Cuadernos Universitarios. Publicaciones Académicas
de la Universidad Católica de Salta, núm. 12, 2019
ISSN 2250-7124 (papel) / 2250-7132 (on line)
                                          CC
Esta obra está bajo licencia internacional Creative Commons
Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0.

(artículo científico)

Abstract

Español

Este artículo emerge del trabajo “Aportes de la Gestalt y el enfoque sistémico en orientación vocacional” (2018) de Norma Terceros, Franco Tornello y Gabriela Uño, presentado en el XIX Congreso Argentino de Orientación Vocacional. Y mediante él busco dar algunas ideas fundamentales para el análisis de estas técnicas en los procesos de orientación vocacional. Dichas ideas se desprenden de los marcos teóricos de la terapia Gestalt y de la psicología sistémica.

Señalo que no pretendo dar una descripción acabada, ni por cerca introductoria, del enfoque gestáltico ni sistémico, por lo que se sugiere ampliar la lectura de ello a partir de la bibliografía indicada en las referencias bibliográficas. Solamente se hará mención a ideas conceptuales básicas, de lo cual se ocupa la introducción del artículo, para comprender el contexto del que derivan las técnicas “árbol genealógico vocacional” (o ARGEVOC), “proyecto de vida”, “PISH vocacional” y “diálogos vocacionales”. A su vez, tales técnicas no presentan una originalidad propia sino que ya son ampliamente conocidas en el trabajo de la orientación vocacional, como es el caso de las dos primeras, mientras que las dos últimas son adaptaciones de técnicas ya existentes en la terapia Gestalt.

A estos fines, el artículo organiza en su principio explicaciones acerca de los aportes de la terapia Gestalt y de la psicología sistémica a la orientación vocacional, para luego profundizar en cuatro tipos de intervenciones que propongo junto con ejemplos de análisis de casos.

Palabras clave: orientación vocacional - terapia Gestalt - psicología sistémica

English

This article originates in the paper “Aportes de la gestalt y el enfoque sistémico en orientación vocacional” (Gestalt Contributions and Systemic Approach in Vocational Orientation) (2018) by Norma Terceros, Franco Tornello and Gabriela Uño presented at the XIX Congreso Argentino de Orientación Vocacional (19th Argentine Vocational Orientation Congress). Through it I seek to provide some fundamental ideas -derived from the Gestalt Therapy and Systemic Psychology theoretical frameworks - for the analysis of these techniques in vocational orientation processes.

As I do not intend to give either a thorough or introductory description of the Gestalt or the systemic approach, the bibliographic references may serve as a guide for further reading. Mention will be made of basic conceptual ideas in the introduction of the article to understand the context from which Vocational Family Tree, Life Project, Vocational PISH and Vocational Dialogues techniques are derived. These techniques are not original; they are widely known in vocational orientation work as is the case of the first two, while the last two are adaptations of techniques already existing in Gestalt Therapy.

For these purposes, the article explains the contributions of Gestalt Therapy and Systemic Psychology to vocational orientation, and then delves into four types of interventions that I propose, along with examples of case analysis.

Keywords: Vocational orientation - Gestalt Therapy - Systemic Psychology

La orientación vocacional desde el enfoque gestáltico y sistémico

La terapia Gestalt y la psicología sistémica son dos escuelas de la psicología que corresponden a la corriente humanista-existencial. La Gestalt puede definirse como un enfoque teórico donde la experiencia fenomenológica toma un rol central, haciendo foco en el cuerpo más que en los pensamientos. El objetivo está puesto en que los consultantes “se den cuenta de lo que están haciendo, cómo lo están haciendo y cómo pueden cambiar, y al mismo tiempo aprendan a aceptarse y valorarse a sí mismos” (Yontef, 2002: 119). A tal fin se prioriza la descripción de la experiencia, y no la interpretación, como criterio explicativo del comportamiento.

Por su parte, la psicología sistémica, desde Goldemberg (2000) puede definirse como un enfoque teórico basado en comprender cómo actúa, piensa, siente y decide el sistema familiar; partiendo de la concepción de que la familia opera como un sistema donde sus elementos actúan en recíproca interrelación.

En este sentido, estos dos enfoques aportan a la orientación vocacional dos niveles de comprensión: la experiencia fenomenológica individual del consultante sobre la problemática vocacional y la incidencia de la familia en y al momento de la problemática vocacional. De tal modo, se puede definir a esta modalidad de la orientación vocacional como un proceso clínico-operativo donde se acompaña al consultante a darse cuenta de su manera de elegir, de su potencial de cambio, de la auto-aceptación de su situación y de la interacción familiar respecto de su proyecto de vida. El propósito es que el consultante acceda a la construcción de un proyecto de vida auténtico. “Auténtico” significa que sea construido en contacto con su sí mismo, que actué en libertad respecto de las restricciones de las lealtades familiares y pueda desarrollarse mediante el auto-apoyo.

De esta manera, entendemos que la vocación es una construcción que la persona realiza sobre su modo especifico de ser en el ambiente a partir de roles ocupacionales. Este modo de ser puede estar disparado por el juego de pautas familiares o por mecanismos evitativos de contacto. No obstante, más que hablar de vocación conviene que hable de identidad vocacional, en tanto el fenómeno no se presenta como algo acabado, sino como un proceso de construcción personal, a partir del cual la persona se inserta y es sobre el ambiente. Cuando se trata de pautas familiares, hablo de que la construcción de la identidad vocacional responde a la interacción entre percepciones y valoraciones de la familia sobre carreras y ocupaciones y, en los casos sintomáticos, a repeticiones familiares en torno a carreras y ocupaciones.

Por cuanto al aporte de la Gestalt, podemos entender que la identidad vocacional auténtica deviene de una construcción responsable donde la persona, basada en el contacto con su sí mismo, decide su modo de ser en el ambiente y sobre la base de ocupaciones.

Considerar a la identidad vocacional como la expresión del contacto con el sí mismo y el ambiente equivale a decir que este proceso se realiza con base en el reconocimiento del propio mundo interno, sus sensaciones, emociones y pensamientos sobre las ocupaciones y carreras, en la disponibilidad para ser en el mundo movilizando la propia energía. También en la deconstrucción de los introyectos sobre las carreras y ocupaciones, en el contacto íntimo con lo que la carrera y ocupación ofrece. Y, finalmente, con la posibilidad de aprender de la experiencia de ser en el mundo desde un rol ocupacional. Este proceso sigue el esquema de la curva de la experiencia propuesta por Joseph Zinker (2003).

En cuanto al rol del orientador y la praxis que deriva desde este enfoque, considero parte del uso del diálogo y de la escucha gestáltica, donde se enfoca en la experiencia del aquí y ahora. La escucha es fenomenológica, es decir que no se utiliza la interpretación como criterio explicativo del comportamiento, y atiende especialmente al lenguaje no verbal. El orientador tiene un rol no directivo de acompañamiento, focalizado en aquello que la cuestión vocacional dispara en la persona y en la familia. Por tanto, las intervenciones apuntan a favorecer el contacto con el sí mismo y a introducir información en el sistema familiar para que la dinámica favorezca el desarrollo de una elección auténtica en la persona.

El proyecto de vida y el proyecto parental

El proyecto de vida tiene su fundamento en la identidad ocupacional que cada persona fue construyendo a lo largo de su vida, está procede inevitablemente de la identidad personal. Casullo (2006) sostiene que el proyecto de vida es el resultado de un proceso de maduración personal e intelectual donde la persona aprende a crear y donde logra jerarquizar roles u ocupaciones realizando una selección para sí misma. Así, perfila lo que desea para sí, conduciéndose hacia la integración del proyecto de vida.

Por lo tanto, la persona se aproxima a la realidad, siempre fusionando fantasías idealizadoras que se anticipan a los contactos de creencias y prejuicios generados en el intercambio social. La identidad ocupacional tiende, así, al encuentro de dos polos: yo y el mundo. Construyendo una imagen de sí mismo, mudable, incierta y difusa, que busca adecuarse a las formas de vida que la sociedad y la familia proponen.

Lo esperable es que la persona pueda hallar una posición equilibrada de adaptación que no implique rendición de la personalidad a presiones sociales, demandas familiares de diversa índole, ni tampoco una decisión que suponga una negación de lo real. El proceso tendrá como característica idas y vueltas, altos y bajos, avances y estancamientos dependiendo también de la existencia de problemas más profundos en la identidad personal, que dan cuenta del nivel de salud mental en el proyecto de vida (Casullo, 2006).

Por su parte, De Gaulejac (2013) desde el enfoque transgeneracional, afirma que la noción de proyecto de vida da cuenta de dos aspectos: uno es el objetivo a alcanzar; el otro, una introyección, es decir, la atribución que proviene de otro, no de sí mismo, la cual condicionará su trayectoria posterior. En tales introyecciones, sobre las cuales construimos el proyecto de vida, intervienen la dimensión familiar y social. Entonces, enlazamos un proyecto social portador de aspiraciones condicionadas por el contexto social que favorece o impide la ejecución del proyecto de vida. El aporte de este autor permite notar cómo la proyección de la familia incide en la configuración del proyecto de vida, siento en ocasiones un proyecto de vida de la vida de otro, lo que se denomina “proyecto parental”.

La familia es el lugar privilegiado donde se produce la incorporación de la historia personal y familiar, y esta opera como la estructura de la transmisión generacional. Al respecto, De Gaulejac (2013) sostiene que los padres tienen el deseo de que sus hijos puedan cumplir con ciertas expectativas, objetivos y metas que les proponen.

En síntesis, el proyecto parental se origina de las proyecciones, las expectativas, los anhelos de los padres respecto del proyecto de vida de sus hijos. Se produce a través de las proyecciones de los padres sobre sus hijos y del proceso de introyección del hijo con aquello, ya desde el vínculo que establecen primeramente con la persona gestante.

Las intervenciones

1. PISH vocacional

La información en orientación vocacional es representada como el conjunto de percepciones y representaciones que tienen las personas respecto de carreras y ocupaciones. En su abordaje se suelen tomar como objetivos la clarificación de la información y el brindarla también. En el enfoque gestáltico se contemplan estas contribuciones y se suman los planteos sobre lo obvio y lo imaginario, que Carabelli (2013) sostiene es la diferenciación entre aquello fenomenológicamente observable por nuestros sentidos y nuestras producciones mentales. Aquí lo imaginario es ocupado por aquellas fantasías, interpretaciones e introyectos sobre carreras y ocupaciones; siendo el propósito de la intervención que prevalezca lo obvio, es decir, la información concreta y comprobable en la experiencia externa sobre las carreras y ocupaciones.

En este sentido, se permite sensibilizar sobre poner en suspenso lo que pensamos acerca de las carreras y ejecutar acciones concretas para conocer sus características y ocupaciones.

Para ello se interviene trabajando la información sobre carreras u ocupaciones, tomando los siguientes ejes:

  • Percibo: que abarca la información obvia y perceptible por los sentidos.

  • Imagino: aquello que se imagina sobre la base de lo percibido.

  • Siento: emociones y sensaciones localizables en el cuerpo con base en lo percibido e imaginado.

  • Hago: es lo que acontece, a nivel del pensamiento o de la conducta externa, sobre la base de las informaciones anteriores. Es observable a nivel fenomenológico y sucede en el aquí y ahora, no es una decisión que la persona tomará a futuro.

Una manera de trabajo puede ser presentarle al consultante una hoja de cuatro columnas, cada una ocupada por un eje, la cual (mediante las explicaciones oportunas del significado de las siglas PISH) el consultante va completando, para luego acompañarlo en la reflexión sobre lo que la técnica dispare a nivel vivencial.

Por ejemplo:

Percibo Imagino Siento Hago
Que la carrera dura cinco años y tiene materias sobre matemáticas. Imagino que es muy larga y no voy a ser capaz de sostenerla. Me siento con culpa porque le fallaría a mis papás si dejo la carrera. Me pongo a llorar y apretar los dientes porque no quiero hablar.

Entonces, se puede ir colaborando con el consultante para que reflexione, por ejemplo, sobre introyectos asociados a no poder sostener carreras “largas”, sobre el temor a “fallar” a sus padres, y quizás más enfáticamente, sobre qué es aquello de lo que no quiere hablar, es decir, evita. Puesto que el objetivo en el enfoque gestáltico es hacer que la persona tome contacto con sus evitaciones, para actualizar la Gestalt y permitir el aprendizaje.

En resumen:

Objetivo

Facilitar el darse cuenta en el consultante sobre introyectos y emociones referidos a carreras u ocupaciones.

Consigna

En esta hoja realiza un cuadro que tenga cuatro columnas. En cada una de ellas irás escribiendo lo que corresponda según tu sentir. En la primera columna, “Percibo”, escribe qué observas con sus sentidos sobre la información que trajiste (que sería la información sobre una carrea u ocupación, por ejemplo, pero puede hacerse sobre otras informaciones también). En la segunda columna, “Siento”, escribe qué sentimientos y emociones sientes en base a lo que percibes. En la tercera columna, “Imagino”, escribe qué imaginas y piensas sobre lo que percibes. Y en la cuarta columna, “Hago”, escribe lo que estás haciendo en el momento exacto en que percibes.

2. Diálogos vocacionales

Diálogos vocacionales es una adaptación de la técnica de la silla vacía para el caso de problemáticas vocacionales, donde la operación principal es poner a dialogar a los elementos de tal problemática a fin de favorecer su resolución. La silla vacía es un recurso en Gestalt que se dirige hacia la integración de polaridades en la personalidad, haciendo una analogía, supongo que la identidad vocacional también puede configurarse en conflictos polares entre carreras, ocupaciones u otros elementos. Esta técnica favorece la integración de dichas polaridades y, de este modo, un acceso a una identidad vocacional integrada.

Las polaridades son “el conglomerado de fuerzas polares, todas las cuales se intersectan entre sí” (Zinker, 2003: 158) y expresan la gama de nuestra experiencia organísmica. Estas polaridades pueden expresarse como un conflicto intrapersonal, cuando una de estas fuerzas no es reconocida como propia y habita en una región ciega a la autopercepción. Mientras que hablamos de polaridades saludables cuando la persona tiene un conocimiento acerca de ellas y se desenvuelve de manera dinámica, sin rigidizar su experiencia a un polo ni el otro.

Ocurre que, en el proceso de orientación vocacional, las polaridades en conflicto se cruzan con la problemática vocacional. Donde una carrera u ocupación representa un polo, y la otra carrera u ocupación a otro polo; o a veces un grupo de carreras u ocupaciones representan un polo y el otro grupo las contrarias. Esta forma de enfrentamiento polarizado en la problemática vocacional dificulta el proceso de integración de la identidad vocacional. En un ejemplo sencillo puede suceder que la carrera Abogacía represente el polo de la dureza, mientras que la carrera Nutrición represente el polo del sentimentalismo, y dichas posiciones irreconciliables, al no ser abordadas, dificulten el acceso a la identidad vocacional integrada. Cabe aclarar que la significación de cada polaridad es absolutamente particular en cada persona.

Esta expresión de la identidad vocacional como polaridades viene a complementar los aportes de Messing (2007) en torno a lo transicional en la vocación. De este modo, además de considerar la cuestión de la elección como una reparación que responde a llamados internos, entiendo que dicho proceso se configura en polaridades. A partir de lo cual se justifica la intervención desde el enfoque gestáltico, tal como se menciona en la implementación de la silla vacía, ampliando las posibilidades de instrumentar el impulso vocacional en la situación del aquí y ahora del consultante.

El trabajo con diálogos vocacionales es claramente útil cuando el consultante se halla en una situación problemática de la elección, cuando realiza planteos dicotómicos. Por ejemplo, cuando está entre dos o tres opciones de carreras u ocupaciones, disociado entre dos tendencias opuestas sobre una carrera u ocupación, o tensionado por mensajes parentales contradictorios sobre una carrera u ocupación.

Generalmente, se ubican enfrentadas dos sillas o almohadones, cada una ocupando el lugar espacial de una polaridad. Luego se le explica a la persona que se irá sentando en un sitio u otro según le solicitemos, e irá representando cada polaridad como si fueran una persona y que se deje llevar libremente en el diálogo entre estas “personas”, que exprese sus sentimientos, sensaciones y emociones y no intente dirigir el diálogo. Y se agrega que el orientador, en ocasiones, sugerirá cambios y si es necesario puede colaborar en el diálogo sugiriendo frases.

El procedimiento implica:

  1. Identificar las polaridades. Esto es siempre singular en cada persona y se observa a partir de la entrevista clínica operativa. A veces tales polaridades son carreras u ocupaciones, características asociadas a ellas o incluso personas reales del grupo familiar o de pares.

  2. Disponer dos sillas o almohadones enfrentados. Uno representa una polaridad y el otro, la contraria.

  3. Se conduce el diálogo entre ambas posiciones, pasando el consultante de una silla a la otra según qué polaridad tenga la palabra. En ocasiones el orientador puede operar como “yo auxiliar” y sugerir frases para el diálogo o estimularlo.

  4. La finalización del diálogo está dada por la autopercepción de integración del consultante y la construcción de una nueva Gestalt.

Algunos criterios para conducir el diálogo son:

  • Priorizar el sentir sobre el pensar del consultante.

  • Estimular el contacto con la espontaneidad en el diálogo. Se puede iniciar solicitando que cada polaridad se presente a sí misma.

  • Realizar señalamientos del lenguaje no verbal y contradicciones con el lenguaje verbal.

  • Favorecer el contacto con las emociones que emerjan.

  • Favorecer el darse cuenta mediante la integración de las proyecciones sobre la polaridad no integrada.

  • Incluir hacia el final la metaposición, que es cuando el consultante se para entre ambas sillas o almohadones, ahora como él mismo, y se estimula su darse cuenta.

En resumen:

Objetivo

Facilitar la integración de polaridades sobre aspectos de la identidad vocacional.

Consigna

En la medida que te indique irás sentándote en cada silla y dialogando con cada aspecto que representes. Irás actuando como si cada polaridad fuera una persona. Es necesario que hables espontáneamente, sin tener la intención de que tenga sentido aquello que digas, procura mantener un diálogo fluido. En ocasiones yo te sugeriré frases para el diálogo o te daré otras indicaciones.

A continuación, propongo la descripción de un caso.

Damián se encuentra en un momento problemático en su proceso de orientación vocacional y manifiesta no tener claridad al momento de decidir entre las carreras de nutrición y criminalística. Entonces, se realiza la técnica de diálogos vocacionales entre ambas carreras.

Nutrición: – Yo soy la carrera de nutrición, soy saludable, liviana, emocional.

Criminalística: – Yo soy la carrera de criminalística, soy fría, rigurosa, busco la justicia, pienso mucho y me gusta que las cosas se hagan como deben hacerse.

Nutrición: – Yo creo que te importa demasiado el deber, tendrías que aflojarte.

Criminalística: – ¿Para qué? Eso no está bien. Las cosas hay que hacerlas como deben hacerse.

Orientador: – Nutrición, contale cómo te sentís cuando te dice eso.

Nutrición: – Me siento exigida, que no doy más.

Criminalística: – Sos una carrera débil.

Orientador: – ¿A quién te parecés, Nutrición?

Nutrición: – A mi papá.

Criminalística: – Es verdad, actúo como nuestro papá. Él es quien nos exige hacer todas las cosas bien.

Nutrición: – Y ya estoy cansada, yo. Quiero hacer las cosas que me gustan.

Orientador: – (Pidiendo a Damián que se levante de la silla y se pare en medio) ¿De qué te das cuenta, Damián?

Damián: – De que lo que me atrae de la criminalística es todo lo que tiene que ver con el hacer las cosas bien, y de la nutrición el hacer cosas por placer. Y que mucho tiempo le hice caso a mi papá en todo. Él prefiere la carrera de criminólogo…

Orientador: – ¿Qué necesitas?

Damián: – Disfrutar y comenzar a pensar en mí y no en mi papá y lo que él quiera.

De esta manera, puede verse como para Damián la integración de las polaridades dispuestas en ambas carreras lo lleva a darse cuenta sobre los introyectos tomados de su padre, y accede al contacto con su necesidad de individuación.

3. Proyecto de vida

Proyecto de vida es una técnica escrita, donde en un cuadro el consultante escribe la conformación de sus diferentes proyectos de vida. Dado que permite conocer el grado de construcción de este proyecto, se sugiere que esta técnica se utilice más bien avanzado el proceso de orientación vocaciona, para que pueda haber contenido en lo que el consultante escriba. En general, cuando se aplica prematuramente, la expresión del consultante resulta inhibida.

El consultante debe colocar en la primera columna los nombres de los proyectos, luego cómo los realizará y en la tercera columna para qué los quiere realizar.

Al momento de analizar su producción sugiero tener en cuenta:

  • Cantidad de los proyectos. Una cantidad reducida indicaría cierto nivel escueto al momento de planificar sobre el futuro, mientras que una cantidad amplia mostraría dificultad para focalizar la construcción del futuro.

  • Orden de los proyectos. Hay un orden jerárquico del primero al último, ya que por espontaneidad tenderán a ser escritos primero los más relevantes.

  • Coherencia proyecto-finalidad-procedimiento. Observaremos la presencia o ausencia de la coherencia lógica entre la finalidad del proyecto y el procedimiento que señala para alcanzarlo.

  • Profundidad y riqueza en las expresiones. Mientras mayor sea la presencia de estas características, más fielmente nos indicarán el grado de reflexión y solidez del proyecto de vida.

  • Confrontación con el relato del consultante. Buscaremos concordancia o disimilitud con la información aportada en las entrevistas.

Un ejemplo:

¿Qué quiero ser/tener? ¿Para qué? ¿Cómo lo haré?
Profesor de historia Para enseñar Estudiando
Filósofo Para aprender de muchas cosas Estudiando
Escribir libros Para ser famoso Estudiando
Viajar a lugares con playa Para descansar y conocerlos Trabajando mucho

Lo primero que observamos es la presencia de cuatro proyectos y la jerarquía que se establece entre ellos. Los dos primeros relacionados al ámbito de las carreras y los otros al ámbito de las satisfacciones personales. Tal polarización ya mostraría cómo, en este caso, se disocian el estudio académico de la satisfacción. Luego tenemos que existe cierta coherencia proyecto-finalidad-procedimiento, pero un déficit en la profundidad y riqueza de las explicaciones; por lo que podemos suponer cierto grado de inconsistencia en la construcción del proyecto de vida.

Ante una situación así sería recomendable conducir hacia la integración de los proyectos académicos y de los referidos a satisfacciones personales, y profundizar sobre los procedimientos que implica la ejecución de proyectos.

En resumen:

Objetivo

Facilitar la reflexión sobre la construcción del proyecto de vida.

Consigna

En esta hoja realiza un cuadro que tenga tres columnas. En cada una de ellas irás escribiendo lo que corresponda. En la primera columna escribirás “¿qué quiero ser/tener?”. En la segunda columna “¿para qué?”, y en la tercera “¿cómo lo haré?”. Intenta escribir detalladamente en cada columna y tómate el tiempo necesario para reflexionar sobre tus respuestas. Es posible colocar más de un proyecto.

4. Árbol genealógico vocacional

La conocida técnica del árbol genealógico vocacional (ARGEVOC) nos permite indagar y conocer la estructura y dinámica familiar del consultante, sobre el distingo de los aspectos vocacionales. Vislumbrando de esta manera las pautas familiares que posiblemente incidieron en la problemática vocacional. Además, tiene como propósito detectar repeticiones, identificaciones, elecciones previas y lealtades familiares sobre el foco de lo vocacional.

Esta técnica es comprendida en su profundidad cuando es leída desde el enfoque transgeneracional. En este enfoque se traza un distingo que comprende al sistema familiar como compuesto por los miembros de la familia presentes en el aquí y ahora y a los que ya han muerto, independientemente de si antes tuvieron o tienen interacción en el nivel concreto con el consultante. Son numerosos los autores que han contribuido a este enfoque con distintas teorías. Iré rescatando las ideas fundamentales de sus conceptualizaciones.

En primer lugar, la psicogenealogía “estudia la influencia que los hechos y acontecimientos ocurridos en la historia familiar ejercen sobre las personas. Estos pueden haber ocurrido en la propia biografía, o ser intergeneracionales, incluso, transgeneracionales” (Meschiany, 2018: 12). Se reconoce como fundadora de este enfoque en la década del 80 a Anne Ancelin Schützenberger. Por su parte, el enfoque transgeneracional “es un vasto campo de investigación de fenómenos de transmisión consciente y no consciente sobre la trayectoria familiar a través de las generaciones” (Meschiany, 2018: 12). En cierto modo este enfoque sostiene a la psicogenealogía y el enfoque transgeneracional se entrecruzan en múltiples conceptos y prácticas; ante ello considero conviene utilizar el término de enfoque transgeneracional como la síntesis de ambas disciplinas.

Quienes adherimos a este enfoque, pensamos que los ancestros mantienen vínculo con los posgénitos y que ello no se determina por el grado de conocimiento consciente acerca del otro. Otras autoras como Doris y Lise Langlois resumen esta idea cuando dicen que “la historia individual está encajada dentro de una historia familiar” (Langlois y Langlois, 2010: 26), formamos parte de una extensa red de interrelaciones con la familia ancestral. Por ejemplo, puede que exista una implicación sistémica con un bisabuelo al cual no conocemos, que podría gatillar ciertas conductas-problema en los posgénitos sobre aspectos referidos a carreras u ocupaciones. A propósito, Schützenberger (2001) plantea que la intervención en el enfoque transgeneracional va a apuntar a la familia y su genealogía entera, a su historia conocida y sus secretos.

La transmisión transgeneracional también recibe diversas explicaciones. Para Paola del Castillo, “el peso de la memoria genealógica se transmite durante el proyecto parental en el momento de la concepción de un hijo, en el deseo de los ancestros de ver realizados sus deseos” (Del Castillo, 2013: 21).

Ivan Boszormenyi-Nagy y Geraldine Spark, desde las teorías psicodinámicas, explican tal fenómeno con el concepto de “lealtades invisibles”. Son lealtades que a nivel no consciente llevan a que de forma individual se tomen comportamientos que garanticen la pertenencia al sistema mayor. Por ejemplo, buscando mantener la permanencia en el sistema familiar, conservando la repetición de determinadas carreras u ocupaciones. Es a través de la lealtad que formamos parte de una familia y de su historia. Boszormenyi-Nagy y Spark (2003) definen a las lealtades como el fenómeno que lleva a los miembros de la familia a comportarse de determinada manera por “una coerción externa, el reconocimiento consciente de su interés por pertenecer al grupo o una obligación de pertenencia que los ligue de modo inconsciente (…) Son como fibras invisibles pero resistentes que mantienen unidos fragmentos complejos de conducta relacional” (203: 56-57).

Además, para estos autores, el desarrollo de los miembros individuales en una familia por un lado implica cierto grado de pérdida personal y específica de su lealtad. Este momento de desarrollo aparece particularizado con el momento de la elección vocacional, ya que inserta al hijo en el mundo adulto y lo separa de la familia (cuando el consultante es adolescente o joven). Ello tiende a generar que se fuercen lealtades para que tal miembro no se diferencie del grupo familiar, dificultando su gradiente de desarrollo o manteniendo la pertenencia desde la repetición de clases de carreras u ocupaciones.

Vemos que las lealtades son una característica del grupo, una fuerza sistémica, y también se manifiestan a través de comportamientos. Y son fuentes de sentimientos, esencialmente, de culpa generada al no responder como se espera a las expectativas y a las obligaciones que la lealtad representa para esa persona en particular.

Existe un continuo dar y tomar de expectativas entre las diferentes personas y la familia a la que esta pertenece. Es así que en la dinámica y el funcionamiento familiar, a través del balance y de la proyección que hacen los padres, se establece qué es lo que el hijo debe o tiene la obligación de hacer, qué es lo que los padres exigen, qué es lo que se espera de él. Y sobre qué carreras y ocupaciones debe insertarse, sobre cuáles no; cómo debe ser su camino académico y profesional.

De la configuración que toman las lealtades familiares sobre el proceso de orientación vocacional pueden distinguirse tres momentos en la elección:

  1. Cuestionamiento sobre la identidad vocacional y desequilibrio en el sistema.

  2. Tolerancia del sentimiento de deslealtad.

  3. Introducción de un nuevo equilibrio en el sistema familiar.

El primer momento da cuenta de cuando el consultante inicia un proceso de orientación vocacional, el cual es vivido como un intento de desarrollo y separación del sistema de códigos de la familia, es decir, de sus normas explícitas e implícitas de funcionamiento. Ante ello, puede ocurrir que el consultante acabe en una elección inauténtica que responda a las exigencias familiares y le asegure su “pertenencia”. O bien puede posibilitarse que, mediante el darse cuenta, se individualice su proyecto de vida del proyecto parental y comience el proceso de individuación de su deseo para el futuro.

Más tarde deviene el segundo momento, donde los sentimientos de deslealtad buscan que el miembro del sistema no se aparte de los códigos no conscientes establecidos. Tolerar dicho sentimiento implica que el consultante adquiera fortaleza yoica, tome contacto con sus necesidades y establezca una frontera de contacto adecuada. Cuando esto no es posible, pueden emerger elecciones basadas en la culpa o en conductas melancólicas y futuros trayectos académicos o profesionales vividos con frustración.

Finalmente, si se puede tolerar la deslealtad e introducir una nueva posición en la organización de la familia, es decir, ingresar al mundo adulto y cambiar las necesidades respecto de la familia, se logra un acomodamiento donde la deslealtad cae o deja de ser protagónica. La familia se ha reconfigurado en torno a una elección auténtica de uno de sus miembros, y recibe con benevolencia que ese miembro siga en su gradiente de desarrollo.

Estos momentos llevan tiempos personales según la maduración de cada persona y especialmente requieren de la presencia de acompañamiento del orientador, que este no acelere el proceso ni lo inhiba; ya que cada sistema familiar y cada persona presentan ritmos particulares para ajustarse a los cambios de información.

Ahora, luego de haber conocido algo más sobre el fundamento teórico de la técnica, paso a explicar el procedimiento de su aplicación. Cabe aclarar que en la toma del árbol genealógico es sumamente importante la entrevista previa y posterior a él, para facilitar en el consultante el esclarecimiento del contexto familiar de la información que se recaba. Ya que, por ejemplo, conocer fechas de nacimiento de diferentes miembros de la familia en sí mismo no significa nada, lo significativo está cuando ello dispara un darse cuenta en el consultante.

En principio, se le solicita al consultante que recabe información de al menos tres generaciones de su familia (a veces asistido por algún miembro mayor en su familia). Debe considerar nombres completos, fechas de nacimiento y muerte, carreras y ocupaciones, trayectorias vocacionales-ocupacionales, características de las relaciones predominantes entre las personas. Generalmente se le da al consultante la consigna en una sesión y a la siguiente trae la información, aunque podría llevarle más tiempo puesto que en ocasiones las familias son especialmente cripticas para revelar la historia familiar.

Luego, se le pide haga una representación gráfica con toda la información recabada. Si bien históricamente el ARGEVOC fue una técnica de “tarea para la casa”, recomiendo enfáticamente que el gráfico lo haga el consultante en la sesión para poder atender al estilo que utiliza, olvidos, remarcaciones, bloqueos y verbalizaciones durante el proceso, ya que es información no consciente que puede considerarse.

Más tarde, se realiza una entrevista sobre la historia familiar y sus percepciones sobre el gráfico. Por ejemplo, qué recurrencias o diferencias encuentra, que reflexione sobre las trayectorias de cada persona y las relacione con la suya. Müller (2013) recomienda también que el consultante con colores marque semejanzas, afinidades y rechazos que perciba en el árbol genealógico. En este sentido, el verdadero trabajo de la técnica es el que se realiza en este momento de entrevista luego de graficar el árbol genealógico, y el grado de eficacia dependerá en gran medida de la habilidad del orientador para facilitar el darse cuenta del consultante sobre las conexiones de su historia familiar con su proyecto de vida.

Entonces, al momento de analizar la técnica podemos tener en cuenta:

  • Circunscribir el análisis a un motivo de consulta, ya que la información de la historia familiar es tan amplia que si no se la enfoca resulta confusa y sin utilidad.

  • Semejanzas en nombres, fechas de nacimiento/muerte, carreras u ocupaciones. Las semejanzas podrían indicar hacia dónde se dirige una posible identificación, que en ese caso conviene explorar.

  • Significado del nombre del consultante, para explorar posibles expectativas familiares sobre el consultante.

  • Relaciones afectivas entre los miembros de la familia. Aquí podemos observar características de las relaciones, especialmente las de tipo simbiótico o de rechazo, que podrían favorecer a que emerjan identificaciones.

  • Repeticiones de carreras y ocupaciones. Desde estas se pueden inferir ciertas lealtades a agruparse en una clase determinada de carreras u ocupaciones.

  • Trayectorias vocacionales de las generaciones anteriores. Buscar problemáticas vocacionales no resueltas que podrían pasarse como el fenómeno de la “papa caliente” a la siguiente generación. Por ejemplo, si la madre no pudo estudiar porque tuvo que trabajar tempranamente para ocuparse del sostén económico del hogar al enfermar su padre, podría tender a transferir a la siguiente generación altas expectativas sobre el concluir carreras académicas.

  • Estructura familiar. Es decir, su composición y características formales.

  • Adaptación al ciclo vital. Cómo la familia responde a los cambios en el desarrollo en sus miembros.

  • Repetición de pautas a través de generaciones. Son las repeticiones de relaciones afectivas.

  • Sucesos de vida y funcionamiento familiar. Eventos significativos que vivió el grupo familiar y su proceso de adaptación a ellos.

  • Pautas vinculares y triángulos. Es decir, patrones de conducta relacional entre varios miembros que tienden a mantenerse estables en el tiempo.

  • Equilibrio y desequilibrio familiar. Comportamientos que tiene el consultante principalmente para mantener el equilibrio del sistema familiar.

  • Conclusión. Integración de los apartados anteriores y respuesta al motivo de consulta.

En resumen:

Objetivo

Facilitar el darse cuenta en el consultante sobre las lealtades familiares relacionadas con el proyecto de vida.

Consigna

Recaba información de al menos tres generaciones de tu familia, teniendo en cuenta nombres completos, fechas de nacimiento y muerte, trayectorias vocacionales y tipos de relaciones afectivas.

Grafica en esta hoja toda la información que recabaste.

A continuación, se describe el análisis de un caso.

Caso Daniel

Motivo de consulta

“No sé qué me gusta para estudiar, no sé si seguir en nutrición o intentar de nuevo entrar para policía”.

Historia familiar

Familia de origen

Daniel es hijo de Rubén y Ana, es el cuarto de los hijos. Rubén y Ana se divorciaron durante la adolescencia de Daniel, cuando Ana le fue infiel; anteriormente Rubén también había incurrido en infidelidad. A partir de ese hecho, los hijos pasaron a convivir con el padre. Posteriormente, las hijas mujeres se independizaron económicamente y se fueron a vivir con sus respectivas parejas.

Referencias

Rama paterna

Rubén es hijo de Raúl y de María. Raúl fue militar y María trabajó en el desarrollo de las tareas hogareñas. Rubén estudió técnico electricista, pero actualmente trabaja como empleado público realizando gestiones administrativas. No se tienen datos sobre las relaciones entre ellos.

Rama materna

Ana es hija de Valentino y Delia. Ana es la tercera de tres hermanos, trabaja como docente de nivel primario. Su hermana Silvia trabaja en la gestión de tareas del hogar y Roberto es trabajador independiente realizando tareas técnicas. Delia fue empleada pública y Valentino también.

Trama de vida

Actualmente Daniel estudia su cuarta carrera. Anteriormente estudió por cortos períodos de tiempo Criminalística, Educación Física, Ingeniería Civil, Policía, y actualmente hace dos años estudia la Licenciatura en Nutrición. Su conflictiva actual radica en no encontrar en las carreras que estudia un objeto que le atraiga y sostenga la conexión con su proyecto de vida. Por otra parte, cuando su madre es infiel a su padre, él toma partido juzgando a su madre ante tal hecho y decide dejar de verla. A nivel de la personalidad tiende hacia la rigidización de sus conductas en síntomas obsesivo-compulsivos, como la híperideación, la duda fija, la pulcritud y la necesidad de acatar las reglas constantemente.

Análisis del nombre

Daniel significa “dios es el único juez”, representa la percepción de una injusticia en la genealogía y la tendencia a la perfección. Lo que se relaciona con acatar las reglas para ser bien visto ante los ojos del padre. En su historia vital esto se relaciona con la infidelidad de la madre, que es percibida como injusticia y lleva a Daniel a excluirla y, a su vez, a su idealización hacia la figura paterna.

Estructura familiar

Se trata de una familia de convivencia bigeneracional y atravesada por la separación de los padres, donde los hijos varones conviven con el padre y las hijas mujeres se han independizado económicamente.

Adaptación al ciclo vital

El sistema muestra dificultades a la adaptación a las relaciones de pareja, no pudiendo sostenerlas y desencadenando separaciones con el motivo de infidelidades.

Repetición de pautas a través de las generaciones

Se observa que Daniel tiene en su fecha de nacimiento cercanía con la del padre, lo que podría marcar identificaciones sobre las expectativas familiares y que se corroboran en la idealización hacia el padre que estructura Daniel.

Respecto de las profesiones se observa la repetición de ocupaciones de docencia entre la madre y las hijas, de formación técnica en los varones, y la recurrencia del deseo de Daniel por ser policía y la semejanza con la carrera militar de su abuelo paterno.

Sucesos de vida y funcionamiento familiar

La separación de los padres, en la primera adolescencia de Daniel, desencadenó la ruptura familiar en alianzas con los padres: los varones tomando alianza con el padre; las mujeres, con la madre.

Pautas vinculares y triángulos

Daniel se pone como aliado del padre contra la madre, acusándola de su inmoralidad por la infidelidad; pero a la vez negando las infidelidades del padre.

Equilibrio y desequilibrio familiar

Respecto del equilibrio en la familia, Daniel lo cumple al intentar satisfacer las expectativas del padre, de modo que busca la perfección en sus acciones. Lo que genera frustración; ya que, al tener una trayectoria universitaria inestable, se desvaloriza y culpabiliza.

Conclusión

Puede suponerse que los comportamientos de Daniel de proteger a su padre, que implica cierta simetría de la relación, y que se acentúan luego de la separación de sus padres, configuran identificaciones de él con el sitio de “padre del padre”. Es decir, que se ubica en la posición del abuelo paterno. Por analogía entiendo cómo tales comportamientos llevan a que se identifique con el proyecto de vida del abuelo paterno. Si examinamos que la relación del abuelo con su propio hijo, el padre de Daniel, fue una relación de distancia, podemos sostener tal hipótesis.

En este camino, presumo que existe una carencia afectiva en el padre que probablemente busque satisfacer con la protección y compañía que Daniel, su hijo, le provee. Generando así un desplazamiento donde se dice “aquello que no recibí de mi padre, lo obtengo de mi hijo”. En este contexto, es comprensible Daniel se identifique con su abuelo paterno.

En suma, el proyecto de vida del abuelo paterno en la carrera militar, parecer ser, se transfiere en el interés de Daniel por la carrera policial. Tal fenómeno también explicaría la analogía entre la tendencia de Daniel a administrar la “justicia” y el lugar que tal tendencia alcanza en la carrera policial, dados los atributos generales de un policía de quien se espera sea un administrador de la justicia. Por tanto, resultaría verosímil la idea de que el interés de Daniel en la carrera policial estaría disparado por pautas familiares y no por un interés conectado con su sí mismo.

Finalmente, para dar cierre a este artículo, recomiendo enfáticamente comandar la aplicación y análisis de cada intervención según lo que emerja en el contexto. Esto significa que es la particularidad del consultante y su proyecto de vida lo que orienta, valga la redundancia, la orientación vocacional; no las ideas preconcebidas del orientador. Después de todo, las ideas solo son ideas.

En suma, el aporte de estas intervenciones desprendidas de la terapia Gestalt y de la psicología sistémica nos son útiles para producir ambientes en la orientación vocacional que faciliten el darse cuenta del consultante. Una técnica, cualquiera sea, si no favorece el darse cuenta, el aprendizaje y el contacto con la experiencia, es una experiencia banal. Y nosotros como orientadores buscamos que las experiencias en el proceso sean sumamente profundas, significativas y transformadoras.

Referencias

Boszormenyi-Nagy, I. y Spark, G. (2003). Lealtades invisibles. Buenos Aires: Amorrortu.

Carabelli, E. (2013). Entrenamiento en Gestalt. Buenos Aires: Del Nuevo Extremo.

Del Castillo, P. (2013). La Psicogenealogía Aplicad. Como una saga puede esconder otra. Barcelona: Obelisco.

Casullo, M. (2006). Proyecto de vida y decisión vocacional. Buenos Aires: Editorial Paidós.

De Gaulejac, V. (2013). Neurosis de clase (1° ed.) Buenos Aires: Editorial Del Nuevo Extremo S.A.

Goldemberg, M. (2000). Notas de Epistemología Sistémica. Buenos Aires: Ediciones del pilar.

Langlois, D. y Langlois, L. (2010). Psicogenealogía: cómo transformar la herencia psicológica. Madrid: Ediciones Obelisco.

Meschiany, M. (2018). La sangre tira: cómo la historia familiar marca nuestra vida y cuáles son los caminos para encontrar opciones sanadoras (Vol. 1). Buenos Aires: Signos Editorial.

Messing, C. (2007). Desmotivación, insatisfacción y abandono de proyecto en los jóvenes. Buenos Aires: Novedades educativas.

Müller, M. (2013). Descubrir el camino: técnicas y estrategias para orientadores. Buenos Aires: Bonum.

Schützenberger, A., (2001). ¡Ay mis ancestros! Buenos Aires: Edicial Buenos Aires.

Terceros, N., Tornello, F. y Uño, G. (2018). Aportes de la Gestalt y el enfoque sistémico en orientación vocacional”. Libro de comunicaciones libres del XIX Congreso Argentino de Orientación vocacional (pp. 471-478), Buenos Aires: APORA. Disponible en: http://www.apora.org.ar/publico/files/ libro_de_comunicaciones_libres_congreso_salta_20112018.pdf

Yontef, G. (2002). Proceso y diálogo en psicoterapia gestáltica. Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vientos.

Zinker, J. (2003). El proceso creativo en terapia gestáltica. Buenos Aires: Paidós

volver