Omnia. Derecho y sociedad
Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas
de la Universidad Católica de Salta (Argentina)
e-ISSN 2618-4699
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Sociedad/ reseña

Citar: Caram, M. J. (2023). Reseña del libro Conversión ecológica. Hacia un compromiso con la ecología, de V. Figuero Clérici (coordinadora).Omnia. Derecho y sociedad, 6 (1), pp. 113-118.

Reseña

El papa Francisco publicó el 24 de mayo de 2015 la encíclica Laudato si’ (LS), con la finalidad de “entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común” (LS 3). La crisis socioambiental en la que está sumido nuestro planeta a causa del irresponsable uso de sus recursos exige diálogo, reflexión interdisciplinaria entre las ciencias, las humanidades, las culturas y las religiones.

El libro Conversión ecológica. Hacia un compromiso con la ecología, coordinado por Verónica Figueroa Clérici (2022), es una contribución que se suma a los esfuerzos por desbrozar caminos que lleven a encontrar una salida viable a la catastrófica situación en la que estamos sumidos. Cada uno de los ocho artículos que componen el libro ensaya, desde diferentes perspectivas académicas, intentos de respuestas a los grandes interrogantes que suscita el gran desafío de la “conversión ecológica”. Como explica en la introducción la coordinadora de esta valiosa obra, este término hace referencia a “un sentido de transformación que no atañe solo al comportamiento ético o a una adhesión religiosa, sino a una nueva cosmovisión, una novedosa forma de mirar la realidad, una evolución del pensamiento, para lo cual es necesario un ejercicio reflexivo enriquecido por la experiencia y a la vez, direccionado a ella.”

La conversión constituye un desafío de dimensiones planetarias que, como afirma el papa Francisco en la encíclica Laudato si’, atañe a todas las personas que habitan la Tierra (LS 3). Hay un consenso cada vez mayor acerca de que la crisis marca el comienzo de una nueva era planetaria denominada Antropoceno, en cuyo significado se encierra la atribución a la actividad humana del gran deterioro ambiental en el que estamos inmersos. Por lo mismo, como indica el documento papal, es importante “unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar” (LS 13). El cambio será posible si los humanos tomamos conciencia de nuestra responsabilidad y nos ejercitamos en una saludable crítica del daño que nos estamos provocando con nuestras acciones que maltratan los ecosistemas.

Los autores de este libro nos ofrecen valiosas reflexiones desde sus respectivas áreas del saber y nos estimulan a pensar, como ellos, de manera comprometida y unificada con esta realidad de la que no podemos desligarnos, pues formamos parte de ella.

En el primer capítulo, Marta Inés Palacio propone ubicar a Laudato si’ dentro del campo de las humanidades ambientales, una disciplina novedosa que estudia la cuestión de la crisis ecológica y ambiental procurando restaurar el diálogo roto por la modernidad entre las tradiciones científica y humanista.

La reflexión de la filósofa cordobesa discurre tomando como eje axial de las humanidades ambientales el paradigma de la “intrarrelacionalidad”, neologismo de su autoría, que le permitirá bosquejar algunas tesis en los planos ontológico, epistemológico y éticopolítico, dilucidando este último aspecto desde “la potencialidad y el alcance de una ‘ética de la vulnerabilidad’, en diálogo con los planteos filosóficos de E. Levinas. La autora considera que, más allá del carácter eclesial del documento papal, la frase “todo está conectado”, repetida cinco veces en Laudato si’, bien puede resumir el paradigma intrarrelacional que vertebra las humanidades ambientales, aunque nunca utilice este término. El paradigma intrarrelacional es vertebrador de las dimensiones relacionales, ética y política; pero también, como agrega Laudato si’, de las dimensiones espiritual y mística. Además, como concluye la autora, permite comprender “los sentidos de las tesis del documento sobre la ecología integral la conversión ecológica, la espiritualidad y mística ecológica, la concepción de una nueva temporalidad histórica como tiempo de ‘la sublime fraternidad’ con todos los seres creados” (LS 221).

En el segundo capítulo de este libro, Román Guridi asume el reto de pensar el controvertido texto de Génesis 1,26-28, que para algunos avaló el sometimiento y dominio humano sobre la creación. Recurre para ello al aporte de tres lecturas teológicas del texto, realizadas por Beauchap, Wénin y Nash, en función de alcanzar “una conversión ecológica nutrida por las imágenes bíblicas”. Para el autor, el papel de las religiones resulta crucial en el diálogo sobre la sustentabilidad, porque ofrecen narrativas, creencias, motivaciones, arquetipos, símbolos, significados, valores e instituciones capaces de impulsar una vida ecológicamente sustentable. El cristianismo, particularmente, encuentra en la Escritura su soporte e inspiración. Para el autor, la exégesis bíblica no ofrece recetas de hábitos y conductas ecológicas “sino imágenes y nociones que alienten y legitimen religiosamente la conversión ecológica”. Haciéndose eco de las palabras de John Zizioulas, concluye afirmando que “necesitamos no una ética sino un ethos. No un programa, sino una actitud y una mentalidad. No una legislación sino una cultura (John Metropolitan of Pergamos, como se cita en Figueroa Clérici, 2022)”.

José Ignacio Gere, doctor en Física y profesor en Ciencias Sagradas, es el autor del tercer capítulo en el que, presuponiendo la complejidad de los conceptos, propone la sustentabilidad como principio rector de la conversión. Asumiendo una perspectiva en clave relacional, señala la necesidad de pasar a una mirada integradora y sostenida en el tiempo del ambiente natural y el ambiente humano, porque el ser humano es parte del sistema ambiental. Gere sostiene que esto debe hacerse con un “enfoque que identifique las conexiones entre los sistemas sociales y ecológicos, las clarifique y las optimice para procurar sistemas integrados sustentables”. Al mismo tiempo postula la necesidad de salir tanto de los modelos antropocentristas como de los que niegan al ser humano para salvar el planeta. Para ello señala la importancia de un conocimiento convergente, con enfoques inter y transdiciplinarios de los fenómenos físicos, químicos, biológicos, sociales económicos y políticos para responder a la necesidad de restaurar la armonía con el ambiente. Finalmente, se refiere al camino hacia una conversión sustentable, basada en una ética que contemple una triple responsabilidad de la humanidad, cada una de las cuales requiere una conversión: con el ambiente, con la sociedad y consigo misma. Esta responsabilidad corresponde a la formulación cristiana de amar al prójimo como a sí mismo (Mt 22,39) que, en clave ecológica, se extiende a toda la creación.

Pensar el quehacer teológico en tiempos del Antropoceno es el propósito del cuarto capítulo de este libro, escrito por Pedro Pablo Achondo Moya. Su propuesta es realizar una lectura integral pues “hay una raíz común que, fundamentalmente, consiste en la relación que la humanidad ha construido con el medioambiente y su entorno”. En este trabajo el autor estudia los vínculos que se han generado con los alerces, especie endémica de los bosques del sur de Chile y de la Argentina. Tres criterios han intervenido para esta elección: la longevidad de los bosques (contienen ejemplares que superan los 5000 años), la posibilidad de territorializar de forma concreta el problema medioambiental y el hecho de que los bosques de alerces permiten estudiar ciertos dinamismos en la relación con los humanos desde el uso familiar tradicional, la posterior explotación industrial y el reciente establecimiento de normas para su conservación y protección. El enfoque escogido por el autor para su estudio corresponde a la ecoteología, comprendida como teología territorial, que se plantea “la pregunta por un habitar con futuro y sentido”. La reflexión recupera la “cuestión de la esperanza en una época de crisis” y de padecimientos, e invita a pensar la vida humana y no humana que se desarrolla en la biosfera.

Señala Achondo Moya que en el Antropoceno la ecoteología es profundamente híbrida porque “será sobre todo un diálogo de saberes y espiritualidades, se nutrirá de una colaboración de conocimientos y de una diversidad intercultural de interpretaciones, miradas y sentires”. Si se considera que la era de devastación es consecuencia del antropocentrismo, su tarea será “descentrar al humano del lugar que tanto cierta filosofía como la teología, en general, lo ha situado”. El camino está haciéndose, en la medida en que se acepta el desafío de pensar, sentir y habitar entre humanos y otros-quehumanos.

En el capítulo quinto, Eduardo Agosta Scarel, doctor en Física, circunscribirá su aporte a la conversión ecológica mediante una reflexión comparativa entre la experiencia vivida por la humanidad en la gran pandemia del siglo XXI y la crisis climática. Cada una de estas experiencias globales, con sus diferencias, están llamando a buscar soluciones, que solo serán posibles si se supera el negacionismo de la evidencia empírica y del conocimiento de las leyes que rigen la vida y el clima brindados por la ciencia. A esto deben sumarse las políticas de Estado, las políticas globales y una gran solidaridad internacional. Es sumamente importante, al mismo tiempo, valorar la prevención “para que la llegada de una gran crisis global climática en ciernes no nos tome por sorpresa como la pandemia”. El mal de la recesión ocasionada por el coronavirus podría “ser la oportunidad de encaminar un nuevo rumbo de las trayectorias de emisiones de CO2”. El cambio que es preciso realizar involucra también los estilos de vida, las convicciones y los pensamientos o ideas cargados de afectividad, que movilicen el actuar humano porque la sola razón es insuficiente, ya que “somos más homo pathos que homo sapiens”. El autor destaca también la necesidad de la empatía, esa habilidad social nos permite comprender el punto de vista ajeno, vivenciar emocionalmente la experiencia del otro y conectar con su estado emocional. En LS, la empatía está expresada en la invitación a “convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo” (LS 19). Ella se transmite por medio de la educación y de la propuesta de modelos de vida coherentes con el cuidado de la creación. Finalmente, Agosta Scarel se refiere al legado de las Escrituras, que con lenguaje simbólico y narrativo transmiten enseñanzas sobre la existencia humana y su realidad histórica (LS 63). Particularmente, menciona la misión de cuidado que tiene el ser humano con la naturaleza y el ambiente: cuidar, labrar, cultivar la creación de Dios. El pecado, entendido como ruptura del vínculo con Dios, entre los seres humanos y con el mundo natural, lo cual tiene consecuencias cósmicas que alteran el orden de la creación. En definitiva, en línea con la tradición judeocristiana, se señala que el mal que aqueja a la naturaleza se origina en el corazón humano y trastoca su equilibrio y armonía. En este contexto, la conversión ecológica consiste en que el ser humano retorne “sobre sus propios pasos para volver a recorrer el camino hecho, pero esta vez en una dirección correcta”. Esta conversión comienza por un cambio interior. Va de la mano de la empatía y requiere sentimiento de responsabilidad, sensación de competencia y saber que la acción es más beneficiosa que la omisión.

En el sexto capítulo del libro, Juan Sebastián Lloret intenta “hacer el ejercicio de tender algunos puentes entre los fundamentos de la carta encíclica Laudato si’ del papa Francisco (…) y los fundamentos de lo que hoy la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llama la jurisprudencia de la Tierra”. La comparación de ambos enfoques se realiza en los siguientes tópicos, empleados respectivamente por las ciencias jurídicas y la enseñanza magisterial de Laudato si’: 1. Estado ecológico de derecho y ecología integral; 2. Jurisprudencia de la Tierra y ética ecológica cristiana; 3. Derechos de la naturaleza y ética social ecológica; 4. Protección de generaciones futuras y justicia entre las generaciones; 5. La idea de trascendencia del ambientalismo y nuevos bienes. La conclusión del autor es que, pese a pequeñas bifurcaciones argumentales, las confluencias entre ambos planteamientos son mayores. La realidad es que “hay una sola y compleja crisis socio-ambiental” (LS 139) abordada por “pequeñas bifurcaciones argumentales respecto a un punto y otro” pero que, en el fondo, comparten que “el verdadero planteo ecológico subyacente es el de una ecología humanista”, que incluye lo social y que, por lo tanto, debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente. Finalmente, estas similitudes se expresan en los 17 objetivos del desarrollo sostenible emitidos por la ONU en 2015, que constituyen “un catálogo ético similar al catálogo teológico que propone Laudato si’.”

Ariana Díaz Acuña, desde su propia experiencia eclesial plantea en el séptimo capítulo “Nuevas sendas para el servicio de la vida integral”. Su reflexión parte del testimonio de Rita Semperi, líder natural de una comunidad indígena del Perú, donde se desempeña como partera. La intención del artículo es “sustentar teológicamente la posibilidad de crear ministerios laicales estables ligados al cuidado de la vida y de nuestra casa común”. Para ello reflexiona sobre el concepto ministerialidad en la Iglesia católica, ilumina su reflexión con el testimonio bíblico de las parteras egipcias de Éxodo 1,15-21. Plantea la posibilidad de aplicarlo a posibles ministerios laicales que, inspirados en la Palabra de Dios, sean oficialmente confiados a las mujeres indígenas, por ser conocedoras de las tradiciones de su pueblo y porque pueden hablar en su propio idioma. Llegar a concretarlo requiere discernimiento, interdisciplinariedad y participación de diferentes actores: mujeres indígenas, teólogos, canonistas, pastores de la Iglesia, profesionales de la salud, familias y agentes de pastoral”, que actúen de manera sinodal para hacer posible la inculturación de la ministerialidad de la Iglesia.

Finalmente, el octavo capítulo de este libro corresponde a un trabajo de Cristian Arnaldo Gallardo, quien se propone una reflexión cristológica sobre Laudato si’. Discurre desde una perspectiva teológica descendente y dialoga con los argumentos de los capítulos segundo y sexto de la encíclica. El autor parte de la convicción de que “solo en el Verbo encarnado encontramos nuestra realización y alcanzamos a vivir plenamente el entramado de relaciones con la naturaleza, vista como don y tarea” y considera que “la auténtica conversión ecológica brota del encuentro con Cristo”.

En su conjunto la obra que presentamos se ofrece como una valiosa contribución al diálogo interdisciplinar. Conversación que debe involucrarnos a todos los seres humanos para hacer posible la superación de la grave crisis que hoy se expresa angustiosamente en el clamor de la Tierra y de los seres vulnerados por el uso depredador de los recursos que el planeta nos ofrece. Animarse a pensar como lo han hecho los colaboradores de esta obra es un acto de esperanza.


  1. Figueroa Clérici, V. (2022). Conversión ecológica. Hacia un compromiso con la ecología. Eucasa.

  2. María José Caram

    Perfil académico y profesional: Doctora en Teología por la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, España. Actualmente es profesora de Mariología y de seminarios de posgrado en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Córdoba y directora ad honorem del proyecto de investigación radicado en la misma Facultad, titulado “Discursos de la Iglesia sobre su misión frente a las vulnerabilidades actuales: La propuesta programática del documento de Aparecida (2007) y su continuidad en la visión del papa Francisco”. Desde marzo de 2023 asumió la dirección de un nuevo proyecto, radicado también en la Facultad de Teología de la UCC, denominado “Gramáticas de la paz: Horizontes de sentidos para una sociedad y un mundo convulsionados”.

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