Omnia. Derecho y sociedad
Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas
de la Universidad Católica de Salta (Argentina)
e-ISSN 2618-4699
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Resumen

Hace décadas que las problemáticas de las experiencias juveniles en el mundo contemporáneo son motivo de investigaciones desde distintas perspectivas disciplinares y diferentes abordajes teórico-metodológicos. Durante los años 2013 al 2016 participé como codirectora e investigadora en un proyecto cuyo eje central giraba en torno a las experiencias juveniles y sus relaciones con las sociabilidades que estas producían en sus ámbitos cotidianos (familia, escuela, barrio) y los entornos vinculados con adicciones en la ciudad de Salta. El proyecto partió de algunas hipótesis que relacionaban los circuitos callejeros y las sociabilidades desplegadas en ellos como posibilitadores de consumos problemáticos en grupos etarios juveniles. Abordamos la problemática desde un enfoque socioantropológico (Achilli, 2005) desde el cual diseñamos un trabajo de campo intensivo y prolongado. En este escrito retomaremos las líneas centrales de análisis con las que concluimos la investigación, líneas que partieron del abordaje teórico-metodológico del proyecto, desde el que priorizamos los puntos de vista de los jóvenes, pero también las visiones de adultos implicados en la problemática, tanto de los profesores y directivos de las escuelas como de profesionales vinculados al tratamiento de adicciones. Algunas conclusiones parciales de la investigación se concentraron en explicar las relaciones entre esas sociabilidades callejeras, las adicciones y los sufrimientos vividos por los y las jóvenes, sobre todo en relación con vínculos y des-vínculos parentales, y también la profunda soledad en que estos visualizaban los roles de la escuela y de sus agentes con relación a sus trayectorias juveniles.

Palabras clave: experiencias – jóvenes – sociabilidades - sufrimientos

Abstract

For decades, the issues of youth experiences in the contemporary world have been the subject of research from different disciplinary perspectives and different theoretical and methodological approaches. During the years 2013 to 2016, I participated as co-director and researcher in a project whose central axis revolved around youth experiences and their relationships with the sociabilities that they produced in their daily environments (family, school, neighborhood) and environments related to addictions in the city of Salta. The project was based on some hypotheses that related street circuits and the sociability displayed in them as enablers of problematic consumption in youth age groups. We approach the problem from a socioanthropological approach (Achilli, 2005) from which we designed an intensive and prolonged fieldwork. In this paper we will resume the central lines of analysis with which we concluded the research, lines that started from the theoretical and methodological approach of the project, from which we prioritized the points of view of young people, but also the visions of adults involved in the problem, both of teachers and school principals as well as professionals involved in the treatment of addictions. Some partial conclusions of the research focused on explaining the relationships between these street sociability, the addictions and the suffering experienced by young people, especially in relation to parental ties and dis-ties, and also the deep loneliness in which they visualized the roles of the school and its agents in relation to their youth trajectories.

Keywords: experiences - youth - sociability – sufferings

Derecho/ Artículo científico

Citar: Cámpora, E. L. (2023). Experiencias juveniles en la ciudad de Salta: escuela, familias y lazos sociales. Omnia. Derecho y sociedad, 6 (2), pp. 53-68.

Introducción

En el año 2013 intentamos acercarnos a las experiencias de jóvenes de la ciudad de Salta, rastreando en sus trayectorias escolares, familiares y educativas para avizorar sus sociabilidades callejeras, y a través de ellas, sus vinculaciones o no con el consumo de sustancias ilegales y legales.

El proyecto partió de algunas hipótesis que relacionaban los circuitos callejeros y las sociabilidades desplegadas en ellos como posibilitadores de consumos problemáticos en grupos etarios juveniles, por ello se comenzó el trabajo de campo en dos escuelas de Salta3 que recepcionaban estudiantes de distintos barrios de la ciudad4.

Sabíamos que los jóvenes, en sí mismos, no podrían acercarnos a la totalidad de sus experiencias en torno a tal problemática, por lo cual incorporamos perspectivas de aquellos actores sociales vinculados a los ámbitos cotidianos, esto es sus familias, las instituciones educativas y aquellas otras instituciones (estatales o no) que de una u otra manera se preocupan por los jóvenes y sus adicciones5

En este artículo detallaremos el abordaje teórico-metodológico de la investigación, el cual se realizó desde una perspectiva socioantropológica en clave interdisciplinaria. Fue a partir del trabajo de campo y de las líneas teóricas centrales que alcanzamos un conocimiento en profundidad de los jóvenes y sus trayectorias en las instituciones en las que desenvuelven sus días, centralmente sus familias y la escuela.

Para finalizar expondremos una síntesis de los objetivos alcanzados y las consiguientes preguntas que de ellos derivaron.

Definiendo jóvenes, problemática y contextos: abordaje teórico

Reflexionar sobre una investigación finalizada implica volver sobre las líneas teóricas centrales que originaron las preguntas iniciales de la pesquisa. Fue desde los conceptos y sus explicaciones que construimos un problema de investigación y sus respectivos objetivos de conocimiento; por ende, fueron las líneas teóricas las que direccionaron todo el proceso de investigación.

Comenzábamos esta pesquisa preguntándonos por las sociabilidades callejeras de los jóvenes salteños, pensando en las trayectorias que construyen en las escuelas, en sus barrios y en la ciudad. Por ello, en un primer momento revisamos un concepto central de nuestra investigación, para delinear qué entendemos por “jóvenes” o “juventud”.

En este sentido, Reguillo (2000) argumenta que el concepto juventud es una creación que se enmarca en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. En aquellos años el mundo se organizaba bajo un orden internacional en el que la hegemonía de los vencedores se traducia en mejoras sustanciales en sus vidas, y sus valores y estilos se expandian por el resto del mundo. La sociedad que emergió visualizó la existencia de niños y jóvenes como sujetos de derechos y, centralmente en estos últimos años, asistimos a la necesidad de transformarlos en sujetos de consumo (Reguillo, 2000).

Para los fines de nuestra investigación, recortamos en la categoría niños/jóvenes a aquellos cuyas edades oscilaban entre los 14 y los 17 años, para aproximarnos a sus experiencias desde sus trayectorias en espacios formales e informales. Los y las jóvenes eran oriundos de barrios alejados del casco céntrico de la ciudad, y en sus relatos emergen imágenes contrastantes entre la Salta turística y la realidad de sus territorios.

Partimos de suponer que la distancia de las escuelas con sus entornos barriales podía condicionar sus redes de relación extraescolar, ello implicaba que los compañeros más afines en la escuela no necesariamente serían vecinos en sus barrios, por ende, el círculo de amistades podía diferir y por ello la extensión de tales sociabilidades y los grupos emergentes de estas. Encontramos allí un eje analítico, pues se generan lazos diferenciados entre el grupo de amistades de la escuela y el grupo de los barrios de procedencia de los jóvenes. Otro eje estuvo fuertemente vinculado a la distancia que ellos y ellas encontraban en esas realidades divergentes entre la Salta capital y la turística, y la Salta de sus barrios y de sus entornos más inmediatos. Las distancias no tenían que ver tanto con lejanías geográficas sino con fronteras simbólicas.

Según Gravano (2004) los barrios (en plural) son señales físicas de las diferencias de estratos sociales, y éstos se expresan por la apropiación del excedente urbano dentro de la propia ciudad. Asimismo, se define como “urbano” al valor de la utilización de la ciudad, como materia necesaria para la reproducción sociocultural y fáctica (Gravano, 2004). A esto sumamos que ciertos territorios de la ciudad se vinculan desde imaginarios mediáticos y sociales como lugares violentos.

A partir de las imágenes que los y las jóvenes nos compartían en sus descripciones, aparecían nuevamente construcciones antagónicas, no sólo en torno a sus barrios y la ciudad sino también sobre sus propias identidades juveniles. También aparecía la proyección de ideas externas a ellos, sobre la juventud y sus hábitos; y tales proyecciones, alimentadas desde estereotipos sobre su propio grupo etario, se contradecían con sus trayectorias y sociabilidades.

Siguiendo a Bourdieu (1999), acercarnos a comprender las experiencias urbanas en territorios marginales del centro implica que deben tenerse en cuenta los puntos de vista de cada uno de los sujetos. En dichos territorios hallamos instituciones y actores que se encuentran en coexistencia institucional —por ejemplo, en las escuelas— y sujetos a los que nada une más que la trama institucional, en donde se desconocen unos a otros, y los inconvenientes y desavenencias no son explicitados hasta que estallan. Estos territorios y su manera de ser habitados por los sujetos deben contraponerse analíticamente para poner en tensión las perspectivas diferenciales sobre el mundo, la vida, las cosas. Por ello, prosigue el autor, estos espacios son lugares complejos, pues son complejos para analizar y describir, por lo cual Bourdieu apela a no utilizar retratos simplistas y subjetivos (como los que suele utilizar la prensa) y a apostar a una mirada abarcativa de todas las perspectivas de todos los puntos de vista (Bourdieu, 1999).

Esos lugares difíciles, en palabras de Bourdieu, pueden revisarse en torno a las formas de violencia. Reguillo (2000) describe cuatro manifestaciones de violencia: la primera es la estructural, allí encuentra las violencias que provienen de la consolidación del sistema político y sus derivados, que se expanden sobre aquellos sujetos estigmatizados y dominados por el sistema, sobre todo los vulnerados. La segunda violencia que la autora define es la histórica, enmarcada en las desigualdades que el sistema ha producido y con la que castiga a aquellos grupos díscolos al sistema (mujeres, indígenas, negros), justificada desde tiempos inmemoriales y escasamente discutida (Reguillo, 2000). La tercera, la disciplinante, es la que se ejerce para dominar, el ejemplo que da la autora son los asesinatos masivos en Brasil de jóvenes de sectores vulnerables. Finalmente, la cuarta manifestación de violencia es la que denomina “difusa”, nacida en algunas regiones del planeta y expandida a nivel mundial, como el terrorismo, que es muy difícil de prever (Reguillo, 2000). Estas manifestaciones de violencia pueden surgir en conjunto, pero para la autora es necesario distinguirlas para su análisis (Reguillo, 2000).

En el transcurso de la investigación, hallamos en los discursos de los jóvenes cuáles de estas “violencias” son pertinentes de ser pensadas o siquiera conceptualizadas en sus contextos más inmediatos: casa, barrio y escuela. Analizamos algunas de “esas violencias” cotidianas que los han llevado a ciertas búsquedas para su “reparación “u “olvido”, a veces vinculadas a consumos legales o ilegales de sustancias prohibidas —para su edad—, otras en círculos de amistades y acompañamientos frente a la “desazón” de acontecimientos que no pueden aceptar, casi siempre en el seno más íntimo de sus grupos familiares y domésticos. Allí surge con intensidad el concepto de sufrimientos sociales y también el de vidas descartadas (Butler, 2010 y 2017; Fassin, 2018; entre otros autores). Esos sufrimientos que las y los jóvenes nos relataron siempre deben enmarcarse en lo social, pues los condicionantes políticos estructurales de las vidas en sociedad dependen de los Estados y de sus políticas públicas, y no del orden de lo familiar.

También surge el concepto del dolor y de la posibilidad de reconstruirlo desde perspectivas de conocimiento e investigación. Entendemos con Veena Das (2008) que

Al final, solo podemos decir que, aunque siempre conservemos la propiedad de nuestro dolor (de modo que ningún portavoz de la persona que sufre el dolor tiene derecho a apropiárselo para otros fines —ya sea para el conocimiento o la justicia, o para crear una mejor sociedad futura—‍) hay una manera, no obstante, en que yo puedo prestar mi cuerpo para registrar el dolor del otro. El texto antropológico puede servir como un cuerpo de escritura que permita que el dolor del otro se exprese en él. (Das, 2008, p. 456)

El concepto juventud, ligado al de violencias, posibilita revisar además quiénes son los otros grupos generacionales existentes en las sociedades y desde qué lugares políticos y sociales se visualiza ese gran colectivo de sujetos, a quienes el sistema por un lado plantea en sus derechos y, por el otro, dependiendo de los contextos socioeconómicos de sus familias, los ubica frente a inequidades y diferencias.

Esas desigualdades pueden derivar en búsquedas que los acerquen al escenario de las sustancias ilegales. Así, en la investigación hallamos que algunas de esas desavenencias —sobre todo en el ámbito de lo doméstico y por ende cotidianas— los han llevado a ciertas búsquedas de olvido ante la necesidad de neutralizar el sufrimiento derivado de estos conflictos; olvido que a veces se logra con el consumo de sustancias prohibidas, para su edad o por la ley.

Pensamos al consumo de sustancias ilegales y legales en estos y estas jóvenes, por un lado, en tanto disparador a partir de su intento de resolver situaciones de sufrimiento, vinculadas sobre todo a cuestiones familiares, que los jóvenes no logran comprender ni aceptar y, por otro lado, como socializaciones casi obligadas por el entorno, sus pares y los medios masivos de comunicación desde lógicas de estímulo al consumo de sustancias que, de uno u otro modo, pareciera les traerán “felicidad”, “goce” y “placer”.

Otra noción central, trascendente en esta investigación, fue la de “vida cotidiana”. Siguiendo a Heller (1991), podemos expresar que en los adultos la vida cotidiana es un conjunto de actividades preprogramadas, rutinarias y constantes. En la edad adulta, los sujetos se han apropiado de las usanzas que el mundo les ha propuesto, han seleccionado sus ambientes prioritarios, en donde también concentran amigos, trabajo y lazos familiares; un micromundo personal que pareciera ser elegido por el sujeto y constituido en su adultez. Lo rutinario se establece en su día a día, sin mucha desconfianza ni descontrol (Heller, 1991).

Para acceder a la organización de la vida cotidiana en los jóvenes de nuestra investigación, ingresamos a sus ámbitos cotidianos: familia, escuela, amigos, barrio. Es en esas interacciones cotidianas donde encontramos sus espacios de distracción, contención o desarraigo. Y es en esos espacios donde aparecen los consumos y los descontroles en algunos de nuestros jóvenes. Entendemos como descontroles y siempre a partir de sus relatos, instancias en donde se vieron vulnerables y forzados a consumir de manera consciente o inconsciente mezclas de sustancias.

En esta línea, Mauger (2013) expresa la idea de generación como instancias. Esto es, sucesivas generaciones de jóvenes de sectores populares que pueden ser definidos por medio de tres estados: el sistema escolar, el mercado de trabajo —incluido el mercado de trabajo ilegal— y el estado de la oferta de capitales simbólicos (Mauger, 2013).

Los y las jóvenes de nuestra investigación6 no trabajaban formal ni informalmente, por ende, en relación con los estados que menciona Mauger, corresponden con el del sistema escolar y al de la oferta de bienes simbólicos que, de diferente manera, inciden en sus prácticas cotidianas y en sus socializaciones callejeras. Pudimos dar cuenta, además, de que los jóvenes no pertenecen a sectores excluidos7 sino más bien a sectores que han sido integrados (con distinto grado de inclusión) por las políticas sociales de la última década (2003-2015).

Los padres trabajan, ellos asisten a la escuela. Ninguno de los jóvenes seleccionados trabaja, describieron sus casas como lugares agradables y su única responsabilidad es la de estudiar. Estas situaciones nos hablan de ciertos derechos sociales adquiridos. Vimos en este caso una diferencia central con la investigación que paralelamente desarrollamos en la ciudad de Rosario8, donde también comparativamente habíamos anticipado de manera hipotética en los primeros tramos de la investigación9 algunas ideas que giraban en torno a la vinculación entre posibles experiencias de consumo de sustancias prohibidas en los jóvenes y el correlato casi seguro en prácticas delictivas derivadas de ello, pensando en la motivación de lograr ingresos para comprar sustancias o en la espiral de confusión que podía provocarles el consumo y las socializaciones en él inmersas. Sin embargo, en líneas generales, los y las jóvenes de nuestra investigación se encuentran alejados del delito.

Nos interesaba esa línea pues concebimos que el sistema penal termina casi siempre atrapando a los eslabones más débiles dentro de la cadena del narcotráfico (jóvenes y pobres, y a simples consumidores); deberíamos al menos discutir si es el campo del derecho penal como herramienta el adecuado para la problemática de las adicciones10. Por otro lado, en el año 2013 la provincia de Salta adhirió a la desfederalización respecto de la represión de determinadas conductas legisladas en la Ley Nacional 23737, Régimen Penal de Estupefacientes.

Durante el transcurso de la investigación profundizamos sobre instancias de rehabilitación en algunas de las jóvenes entrevistadas, pero tales experiencias no serán expuestas en este artículo.

Cuestiones metodológicas: acercamiento a jóvenes, ONG y madres

Toda pesquisa es un proceso que culmina cuando logramos construir aproximaciones analíticas y resolvemos, aunque sea de manera limitada, el problema de investigación. En este caso el proceso comenzó a delinearse durante el año 2013, mientras construíamos el plan de investigación. Allí además de dar cuenta del estado del arte11 en relación con jóvenes y con las problemáticas de las adicciones, comenzamos a profundizar en líneas teóricas que nos permitieran abordar dichas situaciones en el campo. En dicho plan presentamos un posible abordaje empírico: habíamos decidido acercarnos a escuelas públicas de la ciudad de Salta, con la finalidad de contactar con la franja etaria de nuestro interés.

Una investigación paralela llevada a cabo desde la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, junto con una experiencia profesional en el ámbito del Ministerio Público Fiscal colaborando con pesquisas judiciales en la ciudad de Rosario nos enfrentaron a realidades juveniles muy violentas. En clave comparativa intentamos pensar configuraciones diversas, entendiendo que estas podían servir para abordar jóvenes diversos. Así, el proyecto partió de establecer algunas líneas comparativas entre dos ciudades de la República Argentina, la ciudad de Rosario en la provincia de Santa Fe y la ciudad de Salta, capital en la provincia del mismo nombre. En Rosario analizamos la problemática de los jóvenes en relación con los delitos y homicidios que se sucedían sin pausa en el año 2013, su relación con los territorios y con los negocios de narcomenudeo en ellos emergentes. En la ciudad de Salta nos propusimos acercarnos a las experiencias juveniles de estudiantes de escuelas primarias y secundarias, y en una hipótesis comparativa con los sucesos de la ciudad de Rosario creímos partir de realidades semejantes.

El enfoque teórico-metodológico que priorizamos para un acercamiento “de primera mano” con jóvenes en ambas investigaciones fue central a la hora de modificar hipótesis y argumentos iniciales y de producir, a su vez, un trabajo de campo intensivo y prolongado.

Ya en el año 2014, en Salta, con el plan de investigación aprobado comenzamos a ejecutar el cronograma de actividades previsto. Un primer acercamiento a escuelas públicas derivó en un trabajo de campo sistemático que consistió en seleccionar dos escuelas. La selección estuvo basada en contactos previos con las instituciones educativas, ambas escuelas se encontraban en el radio céntrico de la ciudad de Salta. Se guardó el anonimato tanto de las instituciones como de los y las estudiantes. En una escuela encuestamos a niños asistentes a 7.° grado del ciclo primario y en la otra a jóvenes de los 2.° y 3.° años de la secundaria técnica. Los cursos de la escuela técnica fueron seleccionados en relación con una entrevista informal con el director del establecimiento, quien respecto a nuestro objetivo de conocimiento nos expresó: “tienen que ir a los cursos iniciales, aún se encuentran en esos grupos. Los que llegan a cuarto y quinto año ya superaron el problema, el resto se va de la escuela12”.

Un eje que concebimos durante toda la investigación, a partir de una escuela primaria y sus séptimos grados y de ampliar a una secundaria —en donde el director nos acercó y nos habilitó los segundos años—, fue lo que concebimos como una transición entre la niñez y la adolescencia, sobre todo en el marco de las sociedades del siglo XX y del siglo XXI. Así nos preguntamos ¿cómo concebir a esos niños en tránsito a una adolescencia en la que encontraremos relatos más densos sobre sus familias, sus contextos y sus experiencias?

“Pienso en un niño/niña social, por lo que entiendo a una singularidad que se crea con los adultos pero que simultáneamente construye ‘otra’ adultez. Por eso, la infancia es una categoría social y esencialmente emancipatoria” (Bustelo, 2007, p. 140).

En las respuestas de los niños/as y en las concepciones de los niños/as de 13 años que habitan la escuela primaria en su último curso encontramos esa transición hacia esa “otra edad”, “otros tiempos” claramente polarizados de los casi jóvenes que hallamos en la escuela secundaria. Si bien escaso tiempo biológico separa a uno y otros, ese breve tiempo es una inmensa diferencia entre ambos grupos. Una de las dimensiones que amplía esa diferencia es la institución que los cobija. La escuela primaria que los va conteniendo desde su más tierna infancia hacia el ingreso a esa “adolescencia” tan sociocultural, que se intenta homogeneizar en revistas y folletos, pero que guarda dentro de sí fronteras socioeconómicas y geográficas muy claras, para quienes tienen la posibilidad de repensar esquemas universalistas, desde marcos conceptuales interdisciplinarios con énfasis en una perspectiva socioantropológica. Una línea interpretativa sobre esa “distancia” entre niños de 12 o 13 y adolescentes de 14 puede verse en el tránsito que cada niño/a hace de un tipo de escuela a otra, ese salto quizás no es previsto en sus posibles consecuencias en aquellos niños menos preparados para ese “cambio”.

Al llegar a la escuela técnica y a sus segundos años, estuvimos en dos grupos. En uno de ellos solo hicimos un cuestionario abierto, en el otro curso al cuestionario se le sumaron entrevistas en profundidad a un grupo de jóvenes niñas con ansias de relatar sus angustias e historias.

A partir de la implementación de dichas encuestas, que fueron realizadas en dos etapas iniciales del trabajo de campo durante el año 2014, se agregó una tercera etapa a comienzos del año 2015. En ella volvimos a realizar la encuesta abierta, esta vez en el nuevo segundo año de la misma escuela técnica seleccionada. 

Además, durante los años 2014 y 2015, tal como estaba previsto en nuestros objetivos de conocimiento, ampliamos el foco investigativo considerando nuevos sujetos sociales, esto es docentes, padres y madres de los jóvenes, y sujetos vinculados a instituciones que trabajan en Salta sobre la problemática de las adicciones. Además, nos contactamos con la Secretaría para el Abordaje Integral de las Adicciones, y tuvimos entrevistas con el secretario a su cargo para poder contemplar la perspectiva estatal sobre la situación de las adicciones en jóvenes. 

Trabajamos entonces a partir de dos herramientas metodológicas de las investigaciones socioculturales, la encuesta abierta y la entrevista en profundidad. A estas le sumamos el análisis de corpus documentales, para analizar la problemática de las adicciones, la jurisprudencia provincial y nacional en torno a aquellas, sumado a un corpus de noticias periodísticas de la ciudad de Salta, con relación a la problemática bajo estudio. Incluimos también la estadística nacional sobre adicciones encarada desde la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar)13

Durante todo el transcurso de la investigación se realizaron entrevistas abiertas a otros actores de la problemática; todas las entrevistas fueron grabadas y desgrabadas. El corpus producido sumado a las respuestas escritas de los y las estudiantes a las encuestas abiertas trasciende este escrito, pero colabora en las líneas interpretativas y fue central a la hora de concluir la investigación y dejar, a su vez, pistas para futuras pesquisas sobre la problemática.

Enfoque socioantropológico: los sujetos y sus experiencias en primera persona

El objeto central de conocimiento de nuestra investigación se enmarcó en niños/as y jóvenes y en sus experiencias y sociabilidades. En primera instancia recortamos en una amplia franja etaria que iba desde los 12 años hasta los 17 años. Para ello asistimos a escuelas primarias y secundarias en donde, con el consentimiento de sus directores, realizamos una encuesta abierta en distintas aulas.

La encuesta no era un cuestionario cerrado de preguntas, sino que consistía en ejes descriptivos que los alumnos podían responder de manera personal. Paralelamente fue aplicada en séptimos grados y en los cursos superiores de una escuela pública secundaria de la ciudad. En un primer momento trabajamos ambos grupos etarios, y finalmente nos concentramos en los y las estudiantes de la escuela secundaria. Allí se concentraban jóvenes de distintos barrios alejados del centro salteño. Construimos dos grupos, uno conformado por jóvenes que iban de 13 a 14 años y un segundo grupo que iba de 14 a 17 años.

En el segundo año del trabajo de campo definimos entrevistas en profundidad con jóvenes que ya estaban cursando el tercer año en la escuela y con quienes establecimos una comunicación muy fluida, sobre todo con las jóvenes (pues fueron las mujeres quienes se mostraron más interesadas en el diálogo; salvo un varón, compañero de ellas). En ese interés compartido hallamos una necesidad de ser escuchadas en sus historias y padecimientos. Estas jóvenes, en su mayoría, se encontraban cursando tercer año de una escuela pública en la ciudad de Salta, y las habíamos conocido el año anterior. Se agregaron voces y registros diversos para triangular con las perspectivas de ellas durante todo el transcurso de la investigación.

Ejes centrales de análisis

Las jóvenes que hemos conocido comparten la condición juvenil de ir a una escuela técnica, con determinadas exigencias, que les propicia un status particular por sobre otras escuelas técnicas y no técnicas, públicas de la ciudad de Salta. Todas ellas viven en zonas más o menos alejadas de la escuela, además todas pertenecen a un sector socioeconómico ligado al mundo del trabajo, con padres en su mayoría no universitarios y madres vinculadas a tareas domésticas en sus propias casas, o en otras casas de familia. Revisar sus concepciones sobre sus propios mundos, o sea, los mundos juveniles, nos permitió conocer sus sentidos sociales sobre los ejes propuestos: la familia, la calle de su casa, el barrio, la escuela, los jóvenes, la ciudad.

Resultó interesante acercarnos a la mirada construida sobre sus pares, ya fueran sus compañeros y conocidos, y al mundo más general de la “condición juvenil” de la que ellos mismos forman parte. Describen a Otros, se expresan sobre “el mundo de los jóvenes”, un colectivo de jóvenes que según sus descripciones “andan dando problemas en la vida”. En las encuestas y entrevistas, las enunciaciones vertidas se parecen más a la mirada de padres, directivos y docentes, que de cercanos generacionales, casi pares. 

Se desprende de lo anterior otro eje sobre los imaginarios concentrados sobre “la juventud perdida”, sobre todo ligada a las zonas más vulnerables y excluidas de las grandes ciudades. 

Aparecen fuertes polarizaciones entre jóvenes “buenos” y “malos” en algunas descripciones, en la mayoría de estas aparece una clasificación binaria de “jóvenes del género masculino drogándose y alcoholizándose” y “jóvenes del género femenino embarazándose”. En su momento nos preguntábamos si esas definiciones respondían más a realidades empíricas barriales o a imágenes de prensa basadas en estereotipos sobre las vidas en esos barrios vulnerables.

La generalidad de “todos los jóvenes se drogan” y “todas las jóvenes se embarazan” se encuentra ligada a fuertes estereotipos masculinos y femeninos relacionados no exclusivamente a la edad y el género, sino más bien a la situación socioeconómica en la que estos se encuentran. Así los sujetos se construyen socialmente con relación al tiempo sociohistórico que les toca vivir, atravesados por su generación y el género al que pertenecen. Desde allí se plasma la dinámica procesual de la construcción constante de los sujetos sociales.

En relación con la escuela como ámbito cotidiano, aparece enunciada con palabras que van desde lo simbólico total “bandera, patria” hasta el corrimiento sobre la especificidad del mundo escolar “enseñanza de conocimientos”, y solo es valorada por ellos en tanto posibilidad de generar amistades, juegos, diversión. 

En el cierre del ciclo primario la institución escolar ha perdido en las últimas décadas “trascendencia” en su razón de ser, ha quedado alejada de las transformaciones socioculturales y tecnológicas, y allí quizás radica su crisis como institución educativa obligatoria. Pues la escuela aparece como un lugar aburrido solo interesante por las relaciones y el contacto con los amigos en las instancias de los recreos, o formalmente estructurada. 

La ciudad de Salta emerge en sus discursos como una ciudad dual, turística y peligrosa. Los chicos la definen desde esa perspectiva, aún no recorren solos sus calles —como sí pasará con el otro grupo etario—, y eso los ubica en una perspectiva más de observador que de activo participante en ella.

En el otro grupo trabajado, en donde concentramos entrevistas grupales abiertas, las perspectivas adquieren otras definiciones. Podemos dividir al grupo en dos, uno de ellos en donde los jóvenes se encuentran a gusto en sus casas y el otro en donde aparecen intensos “sufrimientos” juveniles. Estos últimos se han volcado a brindarnos sus experiencias de dolor y angustia sin filtros ni inhibiciones. 

Los hogares y las familias se encuentran desmembrados en experiencias de separaciones de padres, engaños matrimoniales, adicciones de padres o hermanos, mudanzas y desesperaciones que ellos relatan desde una lucidez que los señala como más adultos que muchos de los adultos de sus entornos.

Allí el consumo aparece como una opción para dejar de sufrir, para evitar pensar y no ver las situaciones que se tienen enfrente; los adolescentes se encuentran solos ante experiencias de dolor.

Los cortes son también un tema recurrente. Allí entendemos, siguiendo a Le Breton (2017), que lastimar la piel de una identidad intolerable, tal como una frontera con los otros al mismo tiempo se configura como una interfaz con los otros, en un joven que todavía está buscando su lugar en el mundo para sentirse bien con su piel. “El cuerpo es un asunto de identidad que le permite encontrar su lugar en el tejido del mundo, pero no sin turbulencias y no sin haberlo sometido al maltrato” (Le Breton, 2017, p. 56).

Hallamos además la lucidez de sus argumentaciones sobre los roles de la familia. Agustina, por ejemplo, tiene claro que su mamá no puede ser mamá, y en sus 14 años toma una dimensión superior a la de sus padres en esa comprensión desesperada: “pero no podés exigir que te quieran y no todas nacieron para ser mamá, eso aprendí”. ¿Cómo reinterpretar estas palabras de Agustina? Teóricamente desde una perspectiva antropológica, compartimos su elucidación “no todas las mujeres nacen para ser madres”, pero además sabemos que los contextos socioeconómicos atraviesan maternidades y paternidades duramente.

En sus relatos se condensan sus experiencias domésticas, roles adquiridos y relaciones parentales que se rompen y reconstruyen con diversidad de aciertos y dolores. Nos dan líneas de interpretación sobre uno de los puntos centrales del proyecto: sus perspectivas sobre sus familias.

Con relación al barrio se visualizan imágenes contrastantes. Al igual que en los discursos de los más chicos, los barrios son externos y peligrosos, como Otros inconmensurables que se desconocen, a la par que son los espacios de juego, diversión y “junta” con amigos.

Algunos adolescentes parecen estar más controlados por sus padres, otros más librados a “la buena del barrio” que les tocó en suerte. Quizás allí comiencen ciertas vinculaciones en pos de reparar esos dolores que enunciamos arriba.

Sobre su propio mundo juvenil expresan ideas generales sobre una “juventud perdida” pero en abstracto, quizás reproduciendo discursos mediáticos sobre esa juventud, otros/as se refieren directamente a la realidad de jóvenes cercanos a ellos, con esquemas de conductas ligados a la diversión, el consumo de sustancias ilegales, las fiestas; otras/os hablan más de sí mismos, de sus propias preocupaciones y deseos, hablan en primera o en tercera persona, pero el eje es describir el mundo de los jóvenes. ¿Cuántas de esas imágenes son reales y cuántas son ficcionales? ¿Qué parte de responsabilidad tienen los adultos en ese descontrol juvenil? ¿Qué relación hay entre ciertos comportamientos sociales juveniles y las marcas que la sociedad de consumo impone sobre ellos, sus principales destinatarios como sujetos /objetos de consumo?

La escuela queda desdibujada en relación con sus intereses y expectativas, los docentes no participan de las dudas y preocupaciones de los jóvenes. Cuando hablábamos sobre consumos de sustancias ilegales y legales (el alcohol es legal, aunque está prohibido el consumo de los menores) ellos nos explicaban el desconcierto de sus docentes frente a esta problemática, expresando que los profesores temen hablar con ellos de ciertos temas, y que ellos entienden ese desconcierto y ese temor.

Salta como ciudad aparece desdibujándose entre bellos paisajes y violencia urbana, entre el deber ser de ciudad turística y la realidad de los barrios donde ellos habitan el día a día. Los jóvenes son en la ciudad el foco de la policía y de sus represiones, o de la venta de drogas y de la propia violencia de sus pares hacia ellos.

Sus experiencias en primera persona

Con un grupo establecimos contactos más cercanos, entrevistas que pasaron de ser grupales a individuales; las historias narradas sin tapujos no serán transcriptas aquí, por una cuestión de espacio, pero sintetizaremos una de esas trayectorias: “amo a mis hermanos igual que a mi mamá, pero hay muchos problemas en mi casa, dos de mis hermanos viven con mi abuela” (Danisa).

El relato de Danisa nos sitúa en una realidad familiar dolorosa con situaciones de separaciones, cárcel y violencias domésticas. Ella percibe que en la cotidianeidad de sus lazos familiares, sus hermanos consumen drogas y ella misma plantea “haber caído” en “esos problemas”. Danisa repite el año escolar en el 2014, pero continúa en la misma escuela. Así que, al retornar en el año 2015, el primer día Danisa fue quien enseguida se me acercó, en la segunda etapa del trabajo de campo. Cuando nos vio, nos abrazó; en su rostro se notó alegría y comenzó a seguirnos por la escuela. Veníamos de hablar con Leonardo, el vicedirector, quien habilitó la posibilidad de trabajo intensivo con los jóvenes. 

Danisa, demostrándonos recordar claramente las charlas del año pasado, nos pidió seguir conversando. Así fue como nuestra primera entrevista de 2015 fue en el patio de la escuela, con autorización del vicedirector y con la participación activa de Agustín, quien me pidió autorización para fumar. Como estábamos al aire libre y parecía ser que la escuela lo permitía, no me negué a su pedido. Después Agustín explicó que sentía que el cigarrillo le calmaba la “locura” y lo alejaba de otros consumos. 

Así, en este nuevo encuentro, Danisa vuelve a ser receptiva de relatarnos sin censura sus experiencias; es a partir de su expresividad sin filtro que nos enteramos de un fuerte episodio de consumo sin control que le deparó algunos problemas con su madre, a partir del cual nos relata:

Los chicos se juntan en la esquina de su barrio, comienzan a tomar en la calle, se esconden de la policía en la casa de alguno de ellos, “socializan” sus distracciones en el espacio cotidiano del barrio, toman sin control en las esquinas, hasta que preocupados por la posible presencia de la policía, culminan la noche en alguna casa y prosiguen con el consumo tanto de alcohol como de alguna otra sustancia ilegal. Reconocen saber que, al alcohol, se le introducen pastillas que alteran fuertemente el efecto “más manejable” del alcohol, según sus propias interpretaciones sobre la ingesta de estas sustancias. (Danisa)

Recordemos la definición que realizan y Di Pardo (1996) sobre el alcohol:

Alcohol: sustancia química que se produce por fermentación o destilación de diversos elementos (frutos, cereales, agua, leche, etc.) cuya graduación oscila generalmente entre 4° y 60°, aunque en el caso del alcohol puro o fino, puede llegar a las 96°. El etanol o alcohol etílico o alcohol potable, es decir el que puede ser ingerido y tolerado dentro de ciertos márgenes por el ser humano, puede tener efectos fisiológicos negativos y generar algunos padecimientos entre los que destacamos la cirrosis hepática y algunas psicosis alcohólicas. Produce también una disminución de ciertas funciones psicomotoras, así como determinadas molestias en el estado general. No obstante, esta sustancia no genera directamente la mayoría de las consecuencias negativas que acompañan la ingestión de bebidas alcohólicas en la mayoría de los sujetos y grupos sociales. Gran parte de estas consecuencias, por ejemplo, las violencias, deben ser referidas a las características del sujeto y al contexto económico político y sociocultural, y no al alcohol en sí. (Menéndez y Di Pardo, 1996, p. 61)

Los jóvenes se mueven así en “territorios de riesgos”; algunos de esos riesgos son más previsibles que otros, obviamente. La mezcla de pastillas con alcohol no ingresa a esas características de previsibilidad en la consecuencia de su ingesta, pero además ellos dicen desconocer o ignorar cuándo al alcohol que beben se le ha introducido algo. Es a posteriori, por las consecuencias que les depara este consumo, que “descubren” haber consumido algo no advertido ni sospechado en el momento de la ingesta.

El alcohol cuenta con la fama inculcada a partir de miles de publicidades que ligan su consumo con las ideas de placer, felicidad, dicha, entre otros supuestos “beneficios” presentados en todo anuncio referente a alguna bebida alcohólica. ¿Cómo pueden los jóvenes escapar a tamaña fantasía y no probar sus efectos “maravillosos” de instantánea alegría?

Podemos especular con que los jóvenes se transforman en “población en riesgo”, más aún si pertenecen a los sectores más vulnerables, y que toda sustancia prohibida para ellos conjuga “factores de riesgo” sumando más “riesgo”. Visualicemos el paisaje de jóvenes en esquinas barriales que socializan sus espacios de esparcimiento con ingestas varias de sustancias varias. ¿Qué puede derivar de esas prácticas colectivas? Podemos también preguntarnos ¿cómo se descubren estas prácticas desde la familia? En el caso de Danisa, ella expresa que en este último episodio de “descontrol” su mamá “desborda”, le pega, la amenaza e intenta controlar sus amistades, e ingresa así en una espiral de violencia física en la que no tendrá control sobre su hija. 

En la experiencia de Danisa, su madre apela a la justicia, intentando que una jueza le explique a su hija que, si no abandona esas prácticas, existe la posibilidad de que el Estado desde algún funcionario específico tome medidas para rehabilitarla. 

La reconstrucción del mapa familiar de Danisa nos mostró padres separados, padre preso, madre con nueva pareja, hermanos consumidores, uno de sus hermanos con un hijo y su pareja.

Es en relación con la imagen y el conocimiento que Danisa tiene sobre el consumo de su hermano y de conocidos que ella se presenta como no consumidora, con poder de control sobre sus decisiones y acciones. Ni sus compañeras de clase, ni la mamá, ni los directivos opinan lo mismo. Las compañeras comentan que Danisa está más “enganchada” que el año pasado y que están preocupadas por esto. No están con ella como antes, pues se quedó en segundo año, con nuevas compañeras: “Danisa está peor este año, la vemos mal del año pasado, fumaba de en vez en cuando; ahora la Dani es todo el tiempo”14.

En comparación con sus compañeras de la escuela, Danisa tiene experiencias diferentes. Ella sale desde muy chica, vinculada a su historia familiar. En esta línea, el adelantar experiencias, “quemar” etapas antes de tiempo, vincularse con “los vagos” amigos del hermano, le fueron anticipando su camino.

Como ya expresamos, Danisa considera que es decisión suya consumir o dejar de consumir; cree tener poder sobre esas futuras situaciones, conoce claramente los riesgos del consumo, tiene además la imagen adicta del hermano, entiende por lo tanto que no debe hacerlo, que corre riesgos y que además se hace daño. Sin embargo, nos cuenta:

… es que estoy toda la semana encerrada y entonces llega el sábado y te dan ganas de salir, ¿no? como que te da como rabia. El otro día mi mamá me compró una cerveza en casa, para que yo no salga15.

Expresa “como que te da rabia” y esa rabia impide la claridad de pensar lo que se sabe de antemano, que esas ganas de salir la llevan a lugares, personas y circuitos que llegan siempre a la misma orilla. En este grupo, salir implica de uno u otro modo algún “consumo” peligroso. En estos relatos encontramos dos grupos, uno en donde los jóvenes se encuentran a gusto en sus casas y el otro en donde aparecen intensos “sufrimientos” juveniles. Los miembros de este último se han volcado a brindarnos sus experiencias de dolor y angustia, sin filtros ni inhibiciones. Danisa se encuentra en este grupo.

Conclusiones

En este artículo hemos priorizado la presentación de líneas teórico-metodológicas implementadas y construidas durante una investigación realizada en el marco de la UCASAL durante los años 2013 al 2016. Esas líneas fueron las que nos posibilitaron acceder a un conocimiento particular y profundo sobre niñas que devinieron en adolescentes durante dicho periodo. Esas jóvenes se abrieron a relatar sus trayectorias no solo vinculadas a sus espacios de socialización y educación formal e informal, sino también a acercarnos sus experiencias en el entorno más cercano, sus familias.

La importancia de las estrategias metodológicas intensivas, sumadas a tiempos extensos en una investigación, no solo radica en las informaciones a las que se logra acceder/construir, sino además al vínculo que puede construirse con los sujetos centrales de una investigación. En nuestro caso niñas y jóvenes, alumnas de una escuela primaria y de una escuela secundaria de la ciudad de Salta.

En el transcurso de la investigación priorizamos además ampliar perspectivas y puntos de vista, con entrevistas antropológicas a otros actores centrales de la problemática, aunque en este artículo solo remitimos a las y los jóvenes.

Repasando en sus historias, podemos sintetizar algunas ideas finales en las perspectivas narradas. En este sentido es que hemos detectado/construido dos grupos diferenciados. El primer grupo lo construimos a partir de lo que se nos presenta como una “emergencia” en la que uno de ellos siente/expresa que ha caído de una u otra manera en consumos de sustancias ilegales (ya sea alcohol, pastillas u otro tipo de sustancias). Este grupo se encontraba atrapado en conflictos en los que las instituciones no lograron colaborar y menos aún activar posibles soluciones. Otro grupo, a pesar de situarse frente a desazones y sufrimientos, se sostiene por fuera del consumo, en otros circuitos de relaciones y distracciones. Tampoco son las instituciones las que los auxilian, sino más bien su red de amistades y compañeros.

Ambos grupos se describieron a partir de esas trayectorias diversas. Por otro lado, y vale la aclaración, en el transcurso de la investigación obviamente las edades de han ido cambiando, la investigación creció junto con ellas: de conocerlas a los 14 años, al finalizar nuestra pesquisa algunas chicas rondaban los 18 años. Todo un tiempo de crecimiento, dudas y transformaciones para nuestras niñas convertidas en “jóvenes”.

La investigación concentró su mirada sobre el género femenino, sin habérselo propuesto en los objetivos, allí no diferenciamos género en los jóvenes a conocer. Y si bien en el análisis de las encuestas abiertas abordamos sin distinción las respuestas, después en el trabajo intensivo antropológico, fueron ellas, las jóvenes (a excepción de Agustín), las que se abrieron a la charla y al encuentro de las entrevistas abiertas grupales, gestadas también en la escuela, y con el permiso de sus autoridades.

Ellas se retiraban de las clases y partían a dialogar de sus historias y problemas. Estuvieron durante los dos años de campo (2014 y 2015) en una participación abierta y profunda. De allí que, en estas trayectorias, encontremos la palabra y la experiencia de niñas que se han visto enfrentadas a las crisis familiares y a sus propias crisis de identidad, en el marco del tránsito de una niñez a una juventud incipiente.

En estas niñas hemos visualizado cierta clase de sufrimientos como “comunes” en ambos grupos; decimos “comunes” porque estos devienen de historias familiares que las han ido desmembrando en identidades, sueños y frustraciones. Algunas logran superar esas instancias de dolor sin autoinfligirse violencia, otras no pueden.

El sufrimiento nos parece un “lugar común” en sus historias, se nos presenta tan “humano” y tan afectivo y filial, que debemos resguardarlo como concepto analítico para dar cuenta de sus experiencias ligadas no sólo al consumo de sustancias ilegales, sino a las propias rebeldías de edades en que comienzan a necesitar proyectarse lejos de las autoridades, ya sea maternas, paternas o educativas. Buscando reflejos donde encontrarse y crecer, las crisis de identidad se vuelven contra ellos cuando los vínculos más cercanos están quebrados, descoloridos o lejanos de verdades y amores.

Una explicación parcial que encontramos es que diferenciamos a los grupos en relación con las respuestas a sus sufrimientos. Todas buscan “lugares de contención”, el grupo que no la encuentra recurrirá a “cualquier cosa” que le permita huir del dolor; por otro lado, el grupo que encuentra “lugares de contención” logra parcial o totalmente huir de las adicciones.

Asimismo, la lucidez y la adultez a partir de tales sufrimientos, con las que narraron sus historias, las lecturas sobre situaciones de sus familias o las perspectivas en torno a las problemáticas de amigos/as implican revisar las concepciones de las instituciones y de los adultos en la sociedad, que no siempre recurren a ellos para pensar abordajes de tales conflictos.

De alguna manera, en aquellos años de contactos y de relaciones con las y los jóvenes, sentimos —tal como lo expresa Veena Das (2008)— que el impacto sanador de la antropología sociocultural alcanza niveles de realidad si los relatos de sufrimientos, que nos han brindado, se transforman en una posibilidad de construir un solo cuerpo proporcionando voz y llevando sus historias a otros, para que estos puedan experimentarlos.

La impronta antropológica (Cámpora, 2022) que orientó toda nuestra pesquisa fue una guía central para contactar y compartir con ellas y ellos todos sus mundos y sus potenciales crecimientos.

Referencias bibliográficas

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Edith Leticia Cámpora

Perfil académico y profesional: Antropóloga. Magister en Docencia Universitaria, Doctoranda en Antropología Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Docente e investigadora de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Directora del Centro de Abordajes Interdisciplinarios de lo Sociocultural (CAIS) dependiente del Instituto de Investigaciones Adolfo Prieto y Miembro asesor de la Dirección de Derechos Humanos, FHyA, Universidad Nacional de Rosario. Sus líneas centrales de interés se encuentran en el campo de la investigación antropológica, tanto de la enseñanza como de la investigación social, fuera y dentro del ámbito universitario.

edithcampora@gmail.com

Identificador ORCID: 0009-0005-0905-6857


  1. Este artículo retoma el informe final de la investigación “Experiencias juveniles con relación a la problemática de las adicciones en contextos vulnerables: un acercamiento a sociabilidades callejeras contemporáneas” aprobado por. Resolución Rectoral 1117/13 de la Universidad Católica de Salta.

  2. Universidad Nacional de Rosario.

  3. Una era una escuela primaria y la otra una escuela técnica con salida laboral, como todas las escuelas técnicas en la provincia de Salta.

  4. En toda la investigación se guardó el anonimato, tanto de las instituciones como de los agentes educativos y de los estudiantes, ya que desde la antropología y sus recortes empíricos siempre se salvaguarda la identidad de los sujetos.

  5. No trabajaremos en este artículo el corpus empírico producido, tanto de los cuestionarios abiertos como de las entrevistas en profundidad, individuales y colectivas, a estudiantes, directivos, docentes, madres vinculadas a organizaciones no gubernamentales, sumados a estos los funcionarios del Estado y los vinculados a las problemáticas de las adicciones en la ciudad de Salta.

  6. Tanto aquellos que respondieron los cuestionarios abiertos como aquellos que nos brindaron sus palabras y experiencias desde entrevistas en profundidad, durante los años del 2013 al 2015.

  7. Por sector excluido estamos entendiendo a grupos poblacionales que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad extrema; esto es, sin trabajo, sin educación y sin derechos sociales en torno a la alimentación, la vivienda y el abrigo.

  8. “Políticas públicas y desigualdades urbanas: jóvenes, violencias cotidianas y narcotráfico” en el marco del SECyT/ PID 2014/2018. Tal como su nombre indica, presenta una continuidad de referente empírico y de franja etaria con este proyecto.

  9. Desde el momento inicial de planteamiento de interrogantes de conocimiento que derivaron en la construcción del problema y en los objetivos de investigación, como en la primera etapa de exploración de antecedentes y en nuestras primeras salidas al campo.

  10. Debe destacarse que en la provincia de Salta la Secretaría para el Abordaje Integral de las Adicciones fue puesta bajo la órbita del Ministerio de Derechos Humanos, lo que de por sí constituye un avance. Durante el transcurso de nuestra investigación entrevistamos a su titular durante esos años, por cuestiones de espacio y de recorte no se trabajan en este artículo sus consideraciones.

  11. Tampoco presentaremos aquí dicho estado del arte.

  12. Entrevista con el director de la escuela secundaria.

  13. No trabajaremos dichos ítems en este artículo por una cuestión de extensión.

  14. Entrevista grupal junio 2015, en la que participó Danisa. En el medio de la entrevista comenzó a plancharle el cabello a una de las chicas en un rincón, y después se retiraron ambas. El resto siguió en la entrevista grupal. Estábamos en un aula vacía del primer piso de la escuela.

  15. Entrevista junio 2015.

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