Omnia. Derecho y sociedad
Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas
de la Universidad Católica de Salta (Argentina)
e-ISSN 2618-4699
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Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo el análisis del derecho alimentario como derecho humano fundamental. En tal sentido, abordaremos su análisis desde una perspectiva de derecho humano, tal como lo prevén los diferentes instrumentos internacionales que se refieren al derecho alimentario de niñas, niños y adolescentes, personas adultas mayores, personas con discapacidad y aquellas personas que por alguna situación en particular se encuentren en estado de vulnerabilidad social o económica y no puedan procurarse el sustento por sí mismas. Bajo esa línea observaremos las dificultades que propone la efectivización y garantía de este derecho humano fundamental y los desafíos que implica. En este orden de ideas desarrollaremos la temática de la responsabilidad internacional del Estado en la materia de conformidad con los mencionados instrumentos internacionales. Por último, nos referiremos al conjunto de medidas posibles tanto en el plano internacional como en el plano interno para asegurar el cumplimiento de la obligación. Analizar el derecho alimentario desde esta perspectiva nos abre un abanico de posibilidades y requiere respuestas acordes con la complejidad que esta cuestión plantea. Se constará que las enseñanzas plasmadas, en particular, en dichos documentos papales representan un aporte vital a la universidad (en su sentido más pleno de universĭtas, -ātis “universalidad, totalidad”) que puede ser tomado más allá de nuestras diferentes creencias, desde una mirada ecuménica e inclusiva. Es posible reconocer la relevancia y fecundidad de su perspectiva aun sin confesión religiosa.

Palabras clave: universidad - formación integral - Papa Francisco - literatura – belleza

Abstract

The university environment faces various challenges, which is why the need arises to find ways that collaborate in comprehensive academic training. Literature as an inspiring creation constitutes a fruitful contribution to this process. The purpose of this work is to reflect on its richness and possibilities as a universe that reflects the human condition (but without considering it from a merely instrumental perspective). The Letter of Pope Francis on the role of literature in formation and his Discourse at the Audience to the participants in the Extraordinary Plenary Assembly of the Dicastery for Evangelization - Section for First Evangelization and the New Particular Churches, July and August 2024, respectively, are taken as central readings, without prejudice to the study of other complementary ecclesial documents and specialized bibliography. It will be noted that the teachings embodied, in particular, in these papal documents represent a vital contribution to the university (in its fullest sense of universĭtas, -ātis “universality, totality”) that can be taken beyond our different beliefs, from an ecumenical and inclusive view. It is possible to recognize the relevance and fruitfulness of his perspective even without religious confession.

Key words: university - comprehensive education - Pope Francis - literature - beauty

Sociedad/ Artículo científico

Citar: Barnech Cuervo, M.C. (2025). Al rescate de la literatura en la formación universitaria integral, a propósito de la invitación papal en sus documentos recientes. Omnia. Derecho y sociedad, 8(1), pp. 33-50.

Introducción

“En cuanto búsqueda de la belleza, fruto de una imaginación que va más allá de lo cotidiano, es por su naturaleza una especie de llamada al Misterio. Incluso cuando escudriña las profundidades más oscuras del alma o los aspectos más desconcertantes del mal, el artista se hace de algún modo voz de la expectativa universal de redención”. (Juan Pablo II, 1999, p. 10)

La literatura como creación artística y manifestación cultural por medio de la palabra ocupa un lugar vital en el desarrollo personal. Es enriquecedora en sí misma como aproximación desinteresada a la belleza. La lectura, entonces, puede ser vivida como una experiencia que nos sumerge, de diferentes modos, en otras realidades que, igualmente, nos puede acercar a la verdad (cfr. De Martini y Lamas, 2024, p. 13 y el concepto de “experiencia vicaria”).
En el presente trabajo se presentarán algunas reflexiones acerca de las posibilidades de la literatura a propósito de la formación académica integral, sin olvidar esta riqueza propia e intrínseca de la inspiración literaria. No se pretende considerarla desde una perspectiva meramente instrumental, pero sí reconocerle sus posibilidades como universo reflejo de la condición humana, como manifestación cultural que despierta nuevos horizontes, acerca al encuentro con uno mismo, con la alteridad; en definitiva, con la verdad o, si se prefiere, con lo trascendente.
En la actualidad, el ámbito universitario enfrenta diversos retos —espacios fragmentados, estudiantes digitalizados, debilitamiento del pensamiento crítico— por lo que surge la necesidad de encontrar caminos que colaboren en la formación académica integral.
Afirmar que la formación universitaria requiere constante evaluación parece ser un enunciado que no requiere grandes justificaciones. Afirmar que, además, requiere de una mirada cada vez más integral que condense el saber y ser tampoco debería requerirlas.
De esta forma, el acercamiento a la lectura, más allá del texto académico disciplinar, resulta crucial para promover personas críticas, con habilidades para construir un pensamiento libre y éticamente comprometidas.
Este planteo podrá, en principio, no parecer novedoso, ya que existen numerosos estudios al respecto desde hace algunas décadas3. Sin embargo, en esta oportunidad, se pretende justificar el valor de la literatura en el aula universitaria y en la formación integral desde otra óptica, a partir de la visión del actual pontífice Francisco y algunos textos relacionados. Se tomarán como lecturas centrales La Carta del santo padre Francisco sobre el papel de la literatura en la formación, publicada el 17 de julio de 2024, y también su discurso en la Audiencia a los participantes en la Asamblea Plenaria Extraordinaria del Dicasterio para la Evangelización - Sección para la primera evangelización y las nuevas iglesias particulares, del 30 de agosto de 2024 (así como otros documentos papales complementarios y bibliografía especializada), ya que representan una franca invitación a rencontrarnos con la literatura, en definitiva, con la lectura y la creatividad en nuestro ámbito de formación.
Para ello, el presente trabajo se estructura con las siguientes subunidades temáticas: I. En contexto, donde se expone una breve síntesis del pensamiento de Francisco acerca de la literatura; II. El aula universitaria; II. a. Nuevos retos y perspectivas (aquí se describen los retos más salientes que enfrenta y algunas posibles perspectivas y puntos clave), II. b. La interdisciplinariedad como herramienta integradora, II. c. La creatividad como desafío y II. d. La trascendencia y el sentido del ser como fin último; III. Las posibilidades de la literatura, una puerta siempre abierta, una palabra siempre disponible, donde se exploran las posibilidades que puede ofrecer la literatura a la luz de las lecturas centrales seleccionadas; V. Aceptemos francamente la invitación, donde se plantean algunas reflexiones personales como cierre.

En contexto

“Por eso hablo de ‘poesía’, de lo que es gratitud, de la búsqueda de la propia perfección en el ayuno, en la penitencia y también en la lectura de la sabiduría de los sabios orientales. Creo que a nosotros los occidentales nos vendría bien detenernos un rato y dedicar tiempo a la sabiduría. La cultura de la prisa [necesita] de la cultura del ‘detente un momento’. Detente. No sé si esto es necesario para aclarar la diferencia y lo que necesitaríamos”. (Francisco, 2019) Respuesta a la pregunta “¿tienen la sociedad y la Iglesia occidental algo que aprender de la sociedad y de la Iglesia oriental?”, en la Rueda de prensa durante el vuelo de regreso del Viaje Apostólico de Su Santidad del Papa Francisco a Tailandia y Japón.

Respuesta a la pregunta “¿tienen la sociedad y la Iglesia occidental algo que aprender de la sociedad y de la Iglesia oriental?”, en la Rueda de prensa durante el vuelo de regreso del Viaje Apostólico de Su Santidad del Papa Francisco a Tailandia y Japón.

Francisco ha resaltado, desde toda su trayectoria y con diferentes énfasis, su personal acercamiento y predilección por la literatura. En efecto, es sabido que se desempeñó durante algunos años como profesor de dicha asignatura en instituciones educativas de su país, Argentina (en 1964 y 1965, en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en 1966, en el Colegio del Salvador en Buenos Aires).
En reiteradas oportunidades a lo largo de su vida sacerdotal ha rescatado fervientemente la importancia de la lectura en la vida espiritual. Spadaro ha indagado (por medio de varias entrevistas, conversaciones y estudios) sobre este gusto como forma de comprender, desde esa perspectiva, su pontificado4. Por ejemplo, recuerda que en 1981 escribió el prefacio a una colección de poemas del jesuita argentino Osvaldo Pol y, también, que nunca antes un Pontífice había escrito una página de introducción a la obra de un joven poeta, como lo hizo con Luca Milanese en 2020. En estos, o como en otros documentos5, queda de manifiesto su interés por despertar la imaginación, por el valor de la imagen; ya que entiende que estas, así como la metáfora y la poesía, contribuyen a destruir el pensamiento rígido, polarizado, ajeno y distante de la mirada cristiana y la buena nueva.

Construyendo un mapa de las lecturas de Bergoglio, es posible comprender mejor su visión y tal vez incluso descubrir las raíces de su manera de entender el mundo y de ser pastor. Hemos destacado la importancia de la tragedia que escenifica la naturaleza contradictoria de la vida. Hemos descubierto cuánto ama el papa la literatura que expresa el alma de un pueblo. (Spadaro, 2023)

También podemos recordar sus reiterados mensajes en ocasión del Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor (23 de abril), instituido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). En 2018, en su carta enviada al presidente del Centro para el Libro y la Lectura, Romano Montroni, expresó su deseo de “tomar conciencia sobre el significado del libro y más en general, de la lectura, para la construcción de un mundo y una sociedad más justa y fraterna” (Francisco, 2018c). Por otra parte, ha expresado asimismo sus preferencias literarias, ya sea Dante Alighieri, León Bloy o Jorge Luis Borges. En la Audiencia General celebrada en el aula Pablo VI del Vaticano, el 13 de abril de 2022 (Miércoles Santo), Francisco ejemplifica la fragilidad de la paz con el relato de Dostoievski, la Leyenda del gran inquisidor.
El 27 de mayo de 2023, en su Discurso del santo padre Francisco a los participantes de un congreso organizado por “La Civiltà Cattolica” y la Georgetown University resaltó, nuevamente, la importancia de sus escritores predilectos en su vida y revalorizó a los artistas como “ojos que miran y sueñan (...) poniéndose a la escucha de la realidad misma: el trabajo, el amor, la muerte y todas las pequeñas grandes cosas que llenan la vida”6
Más recientemente, ha planteado el lugar que debería ocupar la lectura en la formación personal. Primeramente se publica la denominada Carta del santo padre Francisco sobre el papel de la literatura en la formación (17 de julio de 2024; Francisco, 2024a). Este documento surge dirigido especialmente a seminaristas, es decir, a la formación sacerdotal; sin embargo, él mismo comienza extendiendo estas palabras a toda la comunidad:

Al inicio había pensado escribir un título que se refiriera a la formación sacerdotal, pero luego pensé que, de manera similar, estas cosas pueden decirse de la formación de todos los agentes de pastoral, así como de cualquier cristiano. Me refiero a la importancia que tiene la lectura de novelas y poemas en el camino de la maduración personal. (Francisco, 2024a, p. 1)

Por otra parte, se pronuncia en forma similar en la Audiencia a los participantes en la Asamblea Plenaria Extraordinaria del Dicasterio para la Evangelización - Sección para la primera evangelización y las nuevas iglesias particulares, en ocasión de reflexionar sobre el futuro de la Pontificia Universidad Urbaniana (30 de agosto de 2024; Francisco, 2024b).
Así, en un breve periodo, se gestaron documentos relevantes (sin perjuicio de otros ya existentes, como citaremos) que nos invitan a reflexionar sobre la formación académica universitaria en relación a las posibilidades que la literatura puede ofrecernos para comprender la desafiante realidad actual y, pues, en definitiva, acercarnos a la verdad, desde nuestro crecimiento personal.
Desde la mirada de Francisco, la sociedad actual se encuentra tensionada ante problemáticas de diversa índole, vinculadas a la crisis de la comunicación y la narración que, finalmente, atentan contra el pensamiento libre y crítico.
Nos enfrentamos a las relaciones cada vez más lejanas (a pesar de la inmediatez que ofrece el avance tecnológico) y menos comprometidas, vacías, orientadas casi exclusivamente a la producción o el consumo. Por consiguiente, las formas de comunicación (si aún pueden denominarse así) también se ven alteradas, a pesar de que cada día asistimos sin pausa a información de toda índole.

Así, el riesgo consiste en caer en un eficientismo que banaliza el discernimiento, empobrece la sensibilidad y reduce la complejidad. Por eso es necesario y urgente contrarrestar esta inevitable aceleración y simplificación de nuestra vida cotidiana, aprendiendo a tomar distancia de lo inmediato, a desacelerar, a contemplar y a escuchar. (Francisco, 2024a, p. 31)

Posiblemente, por todo ello, el pontífice considera que “[c]on este mensaje, quisiera proponer un cambio radical acerca de la atención que debe darse a la literatura en el contexto de la formación de los candidatos al sacerdocio” (Francisco, 2024a, p. 5).
Para comprender estas palabras a cabalidad, corresponde considerarlas en su contexto, desde su formación y conforme con su percepción de la realidad y el adecuado diálogo entre la literatura y la palabra. La primera, como creación humana e imperfecta, solo mostrará porciones de la realidad que favorezcan la compresión de la pluralidad: “Esto es para lo que ‘sirve’ la literatura, para ‘desarrollar’ las imágenes de la vida, para preguntarnos sobre su significado. En pocas palabras, sirve para hacer eficazmente experiencia de vida” (Francisco, 2024a, p. 30). Le otorga un lugar privilegiado, por lo tanto, a aquellos enfoques que la ignoren, en definitiva, “se ven así privados de tener un acceso privilegiado al corazón de la cultura humana y más concretamente al corazón del ser humano” (Francisco, 2024a, p. 4).
Este contacto con la realidad facilita el acercamiento a la revelación, sin reducciones. Ello lo explica justamente en la voz de Pablo cuando recuerda a poetas atenienses (Hechos de los Apóstoles [Hch] 17,28) y reconoce el “poder espiritual de la literatura” 7.

¿Qué es lo que hizo Pablo? Él comprendió que “la literatura descubre los abismos que habitan en el hombre, mientras que la revelación, y luego la teología, los remontan para mostrar cómo Cristo viene a atravesarlos e iluminarlos”. En la dirección de estos abismos, la literatura es, pues, una “vía de acceso” que ayuda al pastor a entrar en un diálogo fecundo con la cultura de su tiempo. (Francisco, 2024a, p. 13).

El aula universitaria

“Educar es siempre un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia en otra lógica distinta, capaz de acoger nuestra pertenencia común (...). Hoy es necesario un nuevo periodo de compromiso educativo, que involucre a todos los componentes de la sociedad. Escuchemos el grito de las nuevas generaciones, que manifiesta la necesidad y, al mismo tiempo, la oportunidad estimulante de un renovado camino educativo, que no mire para otro lado, favoreciendo graves injusticias sociales, violaciones de derechos, grandes pobrezas y exclusiones humanas”. (Francisco, 2020b, pp. 5 y 10)

Nuevos retos y perspectivas

En tanto la sociedad actual presenta dificultades trascendentes, la universidad, evidentemente, también. Como institución central en la construcción del entramado social, de generar futuros profesionales, padece, de algún modo, las mismas derivas que la comunidad en que se inserta.
En el entorno uruguayo, las diversas universidades, más allá de sus perfiles identificatorios, son coincidentes respecto de estos retos. El rector de la Universidad de la República (UdelaR), por ejemplo, explica que la educación superior se enfrenta a tensiones y transformaciones con consecuencias aún muy difíciles de predecir con certeza (Arim, 2023, p. 39)8.
Desde otra mirada, Lion —doctora en Educación por la Universidad ORT, Uruguay— explica que el escenario contemporáneo plantea desafíos de diversa índole (políticos, sociales, culturales, pedagógicos, comunicacionales y cognitivos) que han ido modificando las formas de producción, circulación y distribución del conocimiento. A ello se agrega que, al mismo tiempo, los sujetos involucrados han cambiado. Por lo tanto, se impone la necesidad de rediseño de las prácticas educativas creativas y hasta de carácter inmersivo (Maggio y Lion, 2019, p. 14).
Por su parte, Fernández Techera —de la Compañía de Jesús (SJ), rector de la Universidad Católica del Uruguay (UCU)— en ocasión, justamente, de rediseñar la propuesta académica plantea:

Necesitamos profesionales mucho más versátiles, mucho más capacitados para dialogar con otras profesiones, con otros ámbitos (…). El modelo tradicional que teníamos no funcionaba de esta manera. ¿Cuál es el modelo tradicional? El modelo napoleónico típico, en el que cada facultad es, de alguna manera, un pequeño reino. (Fernández Techera, 20249)

En el mismo marco, Sarasola explica que resignificar el aprendizaje implica un enfoque integral que incluya el contenido académico pero, también, el desarrollo de habilidades críticas y reflexivas en los estudiantes (Sarasola, 2024)10.
La Declaración de la III Conferencia Regional de Educación Superior para América Latina y el Caribe (2018) ratifica que la educación superior es un derecho humano y universal como bien público socialestratégico, que su desarrollo profundiza la democracia y posibilita la superación de las inequidades11. Implica, entonces, una conceptualización integradora de la universidad como tal. Es decir que estas instituciones enfrentan, además, retos propios de la educación. Entre ellos, en relación directa con el tema que abordamos, vale tener presente la denominada “crisis de la narración” (Han, 2023). Estamos cada vez más conectados por medio de las nuevas tecnologías pero accedemos a información poco confiable, inconexa, determinada por algún algoritmo más allá de cualquier conciencia crítica. Esta sociedad de la información acumulativa pero no narrativa —en el sentido más profundo del término— nos expone casi en forma “pornográfica” (Han, 2023) e intrascendente.

Narración e información son fuerzas contrarias. La información agrava la experiencia de que todo es contingente, mientras que la narración atenúa esa experiencia, convirtiendo lo azaroso en necesario. (....) Así pues, hoy estamos más informados que nunca, pero andamos totalmente desorientados. Además, la información trocea el tiempo y lo reduce a una mera sucesión de instantes presentes. La narración, por el contrario, genera un continuo temporal, es decir, una historia. Por un lado, la informatización de la sociedad acelera la pérdida de su carácter narrativo. Por otro lado, en pleno tsunami informativo surge la necesidad de sentido, identidad y orientación, es decir, la necesidad de despejar el espeso bosque de la información, en el que corremos riesgo de extraviarnos. (Han, 2023, prólogo; cfr. Han, 201212)

Esta problemática impacta de forma dramática, muy significativa, en los procesos de aprendizaje a todo nivel. Ante estas derivas y nuevas perspectivas, se reafirma la universidad como espacio de formación integral del estudiante, es decir, en todas sus dimensiones. Ya no parece posible pensar en un conocimiento especializado alejado de otros y, a su vez, desconectado del propio ser. En este sentido, De Ancos explica que la universidad debe formar personas sabias más que especialistas, en tanto puedan reflexionar en profundidad en busca del sentido de sí mismas y de su conocimiento, orientadas al bien común (De Ancos, 2023, p. 253).
Entre muchos otros instrumentos y pensadores acerca de la universidad, su nueva conceptualización, valor y desafíos13, el Jubilee Centre for Character and Virtues de la Universidad de Birmingham y el Oxford Character Project de la Universidad de Oxford (2023)14 han elaborado un documento marco en que se plantea que el valor de una educación universitaria se comprueba en la vida de los graduados universitarios, en dos aspectos: su florecimiento personal (eudaimónico) y su contribución al bien de la sociedad que, en su conjunto, se denomina como la educación del carácter. En otras palabras, se resalta el papel de la universidad en el desarrollo en plenitud en todas las dimensiones humanas: social, moral, emocional e intelectual, sin que implique afectar la autonomía y libertad del estudiante. Y en la medida que ello se logre, contribuirá a la construcción de una sociedad mejor. Se otorga un rol fundamental al docente universitario, el de guiar a los alumnos a reflexionar por sí mismos sobre quiénes son y quiénes quieren llegar a ser.
Francisco entiende la universidad como un espacio vital, en la que formación y la investigación son “dimensiones abiertas”, siempre “en movimiento” y cuyas prácticas no pueden considerase acabadas o definitivas (Francisco, 2024b). La universidad se torna un espacio insoslayable en donde “debe palpitar una pasión más grande, se debe notar una búsqueda común de la verdad, un horizonte de sentido, y todo esto vivido en una comunidad de conocimiento donde la generosidad del amor, por así decirlo, es palpable” (Francisco, 2024c).
En este contexto, queremos recatar, pues, tres aspectos clave (más allá de otros que pueden reconocerse) que convergen en las posibilidades de la literatura: la interdisciplinariedad, la creatividad y la trascendencia, presentes en la mirada de Francisco.

La interdisciplinariedad
como herramienta integradora

La interconexión o el diálogo entre las diferentes áreas del conocimiento no es una obviedad, aún persisten voces reduccionistas que consideran que las ciencias, las humanidades y las artes son ámbitos distantes, a pesar de que esta compartimentación es un fenómeno moderno. Contrariamente, la interdisciplinariedad debe verse como un esfuerzo epistemológico ineludible pero exige estructuras sólidas para la circulación de conocimiento genuino (cfr. Cheguhem Riani y García Valero, 2019, p. 9 y ss.). Ya lo reconocíamos, por ejemplo, en Barthes:

El mundo de la obra literaria es un mundo total en el que todo el saber (social, psicológico, histórico) ocupa un lugar, de manera que la literatura presenta ante nuestros ojos la misma gran unidad cosmogónica de que gozaron los griegos antiguos, y que nos está negando el estado parcelario de las ciencias de hoy (Barthes, 1994, p. 14)

Particularmente, entre los documentos relevados del pontífice (Francisco, 2015; Francisco, 2018a, proemio; Francisco, 2018b), destacamos su discurso en el Seminario de Educación y el denominado Pacto Educativo Mundial (2020) y sus sugerencias para su implementación: “unir saberes”, “la cultura, el deporte, la ciencia, el esparcimiento y la recreación; para esto, hay que tender puentes de conexión, saltar” (Francisco, 2020a; consúltese Klein, 2021, pp. 36 y ss).
Del mismo modo, al reflexionar sobre la Evangelización alerta sobre los peligros del aislacionismo y comprende a la universidad como un “ámbito privilegiado para pensar y desarrollar este empeño evangelizador de un modo interdisciplinario e integrador” (Francisco, 2013, pp. 89 y 134).

La creatividad como desafío

Esta conexión interdisciplinaria se vincula con la creatividad. Otra vez, podemos comenzar con el pensamiento de Barthes, quien encuentra al deseo como un presupuesto para el conocimiento y la investigación, como motor para dar sentido. La creatividad se trata de ello:

Para que el deseo se insinúe en mi trabajo, ese trabajo me lo tiene que exigir, no una colectividad que piensa asegurarse de mi labor (de mi esfuerzo) y contabilizar la rentabilidad de las prestaciones que me consiente, sino una asamblea viviente de lectores en la que se deja oír el deseo del Otro. (Barthes, 1994, p. 104)

El desarrollo de la creatividad en el estudiante, como ruptura, parece necesaria y se logra, pues, con estrategias pedagógicas igualmente creativas en el aula. Ante un escenario desafiante y vertiginoso, ante un alumno desconectado, las herramientas educativas deben volverse más inspiradoras que nunca.
En este aspecto, son determinantes las palabras de Francisco. Por un lado, en el Discurso en la Audiencia a los participantes en la Asamblea Plenaria Extraordinaria del Dicasterio para la Evangelización - Sección para la primera evangelización y las nuevas iglesias particulares:

Hace falta una sana creatividad para encontrar los caminos adecuados. No tengan miedo de la creatividad: hace falta, esta sana creatividad (...) no se agota en una solución técnica, sino que expresa la preocupación de que un modelo renovado de universidad, como comunidad de conocimiento y aprendizaje, evite el riesgo de que los estudios se reduzcan al mero cumplimiento de clases, créditos y exámenes. (Francisco, 2024b)

Por otro lado, nos recuerda la pedagogía de Jesús en el Evangelio, siempre adecuando su discurso a sus oyentes, “acomodándose a su capacidad de comprensión”. Nos muestra un maestro que “quiere llegar al corazón del hombre, a su inteligencia, a su vida y para que esta dé fruto” (Francisco, 2015). Por tanto, parece necesario —o imprescindible— un acercamiento a modalidades educativas innovadoras, facilitadores de una comprensión integral, de un conocimiento inserto en la sociedad, conocimiento intelectual pero sensible (cfr. Maggio y Lion, 2019, p. 22).

La trascendencia y el sentido
del ser como fin último

Ahora bien, la interdisciplinariedad y la creatividad no bastan si no desembocan en el sentido del ser, la trascendencia; porque es así como podemos pensar en profesionales íntegros y comprometidos con el bien común.
Como universidad, como centros educativos, como docentes y estudiantes, la vida nos desafía a responder a estas dos preguntas: ¿para qué nos necesita esta tierra?, ¿dónde está tu hermano? (Francisco, 2015).
El ser humano es uno y muchos a la vez, el profesional es, además, integrante de una comunidad laboral, familiar, social. Su formación debe impregnarlo transversalmente de saberes y sentires: Un médico no es tal si no se cuestiona el sentido de la vida, del dolor y de la muerte. Un abogado no es tal si no se detiene a pensar en el concepto de justicia, en cuál es la forma más consistente de proteger un derecho y de aplicar una pena. Un ingeniero no es tal si no debate sobre los límites a la inteligencia artificial, por ejemplo. Serán simples especialistas, tal vez, pero no serán actores influyentes en su comunidad.
Corresponde, pues, que la universidad asuma el reto de ofrecer “respuestas adecuadas a los interrogantes que la realidad de hoy plantea” (Francisco, 2024b).

La literatura: ¿una palabra
siempre disponible?

“Tenemos necesidad de vosotros. Nuestro ministerio tiene necesidad de vuestra colaboración. Pues, como sabéis, nuestro ministerio es el de predicar y hacer accesible y comprensible, más aún, emotivo, el mundo del espíritu, de lo invisible, de lo inefable, de Dios. Y en esta operación que trasvasa el mundo invisible en fórmulas accesibles, inteligibles, vosotros sois maestros”. (Pablo VI, 1964) Como se cita en Francisco, 2024a, p. 21.

Como se cita en Francisco, 2024a, p. 21.

La literatura como creación ficcional invita a sumergirse en un mundo particular, diferente, que habilita tantas posibilidades e interpretaciones como lectores disponibles. Ante ello y desde la perspectiva propuesta por los documentos papales citados, podemos rescatarla como reflejo de alguna porción de la condición humana y, por otro lado, considerar al lector como sujeto activo y participante de ese texto.
Ya en la encíclica Gaudium et Spes, en la Sección 2 (Concilio Vaticano II), a la que hace alusión Francisco, se recuerdan algunos principios para la sana promoción de la cultura, la importancia de las “conexiones entre la buena nueva de Cristo y la cultura”. En especial, se enfatiza en el necesario acuerdo entre la cultura (así como todas las diversas manifestaciones humanas) y la educación cristiana, en el entendido que dichas expresiones pueden estimular “una más cuidadosa y profunda inteligencia” (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, pp. 60 y ss). En especial, respecto del arte y la literatura, manifiesta:

En efecto, se proponen expresar la naturaleza propia del hombre, sus problemas y sus experiencias en el intento de conocerse mejor a sí mismo y al mundo y de superarse; se esfuerzan por descubrir la situación del hombre en la historia y en el universo, por presentar claramente las miserias y las alegrías de los hombres, sus necesidades y sus recurso, y por bosquejar un mejor porvenir a la humanidad. Así tienen el poder de elevar la vida humana en las múltiples formas que esta reviste según los tiempos y las regiones. (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, p. 62).


Cada personaje, cada historia personal, cada conflicto que la obra artística nos cuenta nos permite vivirla, resignificarla desde nuestra propia afectividad, ¿quién no se ha reído, emocionado y, también frustrado con el Lazarillo de Tormes?, ¿quién no ha sufrido hasta las lágrimas con el amor de Romeo y Julieta?, ¿quién no ha luchado contra los molinos de viento junto a Don Quijote y su escudero?
Y así, “[l]lorando por el destino de los personajes, lloramos en el fondo por nosotros mismos y nuestro propio vacío, nuestras propias carencias, nuestra propia soledad” (Francisco, 2024a, p. 7).
Cada mundo literario se enmarca en un contexto ya sea cercano o lejano, más o menos ajeno, en que se aglutinan concepciones y miradas compartidas o reprochables, pero en todos se nos presenta una porción de humanidad, una porción de nuestra condición; en definitiva, de nuestra naturaleza. Por otra parte, como universo simbólico, en tanto lingüístico, la obra marca sus tiempos, nos lleva de la mano en su compás.
Entonces, para Francisco, la literatura a la vez nos educa en virtudes: la lentitud, la humildad y la mansedumbre; en la lentitud en cuanto el lenguaje tiene su mediatez y su tiempo; la humildad y la mansedumbre en cuanto la posibilidad de reconocer la complejidad de la condición humana y, así, aceptarla (cfr. Francisco, 2024a, p. 39).

Ante “la diversidad maravillosa del ser humano y la pluralidad diacrónica y sincrónica de culturas y saberes” (Francisco, 2024a, p. 35) encarnada en cada anécdota, el lector no puede permanecer indiferente. Por el contrario, se vuelve protagonista.

Así pues, la literatura tiene que ver, de un modo u otro, con lo que cada uno de nosotros busca en la vida, ya que entra en íntima relación con nuestra existencia concreta, con sus tensiones esenciales, sus deseos y significados. (Francisco, 2024a, p. 6)


La literatura, en efecto, coloca a su lector en un lugar protagónico, activo, al recrear la obra junto con su autor. Una misma historia abre infinitas posibilidades, una por cada uno que se acerca a ella desde sus subjetividades y creencias, es decir, permite hacerla propia:

Una obra literaria es, pues, un texto vivo y siempre fecundo, capaz de volver a hablar de muchas maneras y de producir una síntesis original en cada lector que encuentra. Al leer, el lector se enriquece con lo que recibe del autor, pero esto le permite al mismo tiempo hacer brotar la riqueza de su propia persona, de modo que cada nueva obra que lee renueva y amplía su universo personal. (Francisco, 2024a, p. 3)

El lector ya no es aquel sujeto pasivo que recibe información en forma casi automática, anestesiada. Deja de ser consumidor de información impuesta, de la inmediatez de la “sociedad de la transparencia” (Han, 2012) para tomar distancia y ahondar en una historia ajena. Se estimula a abrir nuevas perspectivas, se aleja del consumo y se exploran otros universos: “aporta la creatividad por excelencia, aprueba la contradicción, genera ficciones, inaugura nuevos escenarios de discusión, promueve la crítica en sentido amplio del término, y de alguna manera ilustra y propicia la revolución del pensamiento” (Meliante, 2018, p. 61).
Surge el espíritu crítico, la apertura al cambio, el deseo de modificar una realidad injusta o desprovista de sentido, en definitiva, “la tarea del lector consiste en ser subversivo” (Manguel, 2003, p. 35; cfr. Ibarra y Ballester, 2016, p. 308).
No importará si se trata de una historia pasional, amorosa o aun oscura, siempre permitirá ahondar en la condición humana, reconocerse ya sea en la grandeza o la miseria. En otras palabras, se torna casi como excusa para volverse sobre sí mismo15. Su perspectiva se enlentece y le permite pasar de la compulsión del consumo a la contemplación del ser (Han, 2012).
Cualquier sensación o sentimiento que se experimente tendrá algún efecto: “El mismo Ignacio de Loyola había notado que en ‘los que proceden de mal en peor’ el buen espíritu actúa provocando inquietud, agitación, insatisfacción” para, finalmente, “conducirlas al bien y a la belleza”. (Francisco, 2024a, p. 28). Es una concepción de la belleza coincidente con Ratzinger cuando interpreta el salmo 44 que describe las nupcias del rey, su belleza y, de este modo, reflexiona sobre el significado de lo bello.

Aquí se oculta la cuestión más radical: si la belleza es verdadera o si, por el contrario, la fealdad es lo que nos conduce a la profunda verdad de la realidad (...) la belleza es verdad y que la verdad es belleza, pero en el Cristo sufriente comprende también que la belleza de la verdad incluye la ofensa, el dolor e incluso el oscuro misterio de la muerte. (Ratzinger, 2002).

La observación personal (pero con proyección interpersonal) se convierte en una forma de descubrimiento de lo valioso, de lo bello, de la Verdad; en palabras del pontífice, en un “ejercicio de discernimiento” (Francisco, 2024a, p. 29).

Se despierta el reconocimiento del otro como hermano, como creación divina: un Jesucristo hecho carne, hecho hombre, hecho historia. Debemos cuidar que nunca se pierda de vista la ‘carne’ de Jesucristo; esa carne hecha de pasiones, emociones, sentimientos, relatos concretos, manos que tocan y sanan, miradas que liberan y animan; de hospitalidad, perdón, indignación, valor, arrojo. (Francisco, 2024a, 14 y 36)

Surge la alteridad y, a la postre, el acercamiento a la trascendencia. La literatura como creación lingüística simbólica nos acerca a la interdisciplinariedad en el diálogo con cualquier otro saber y, desde su experiencia, nos revela, en alguna medida, nuestro propósito o sentido. El texto literario aun en su naturaleza ficcional configura una visión del mundo, del lector en su subjetividad y del otro.
Parece ser que no deberíamos privar de este “gran bien” (Francisco, 2024a, p. 16) al estudiante universitario, aquel que requiere una propuesta subversiva, inmersiva que lo despierte (en el sentido más concreto del término) de la somnolencia y soledad de la sociedad de la información16.
Cabe destacar que, desde esta óptica, no se propone un “uso” de la literatura en el aula, ni escolarizado o dirigido a una propuesta específica17; ya que ello suprime el deseo, la sorpresa, cercena, justamente, sus fecundas posibilidades. Por el contrario, lo que pretendemos es aceptar en forma comprometida la invitación papal. Más allá de que podamos comprender que la lectura produce efectos muy positivos en la vida de la persona, la ayuda a adquirir un vocabulario más amplio y, por consiguiente, a desarrollar diversos aspectos de su inteligencia. Esta perspectiva es reducir su riqueza, en cuanto

La palabra literaria pone en movimiento el lenguaje, lo libera y lo purifica; en definitiva, lo abre a las propias ulteriores posibilidades expresivas y explorativas, lo hace capaz de albergar la Palabra que se instala en la palabra humana, no cuando esa se autocomprende como saber ya completo, definitivo y acabado, sino cuando se convierte en vigilante escucha y espera de Aquel que viene para “hacer nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,5; Francisco, 2024a, p. 42).

Ahora bien, podrían surgir interrogantes, cuestionamientos y objeciones18. Por ejemplo, podríamos preguntarnos ¿cualquier disciplina puede ser enriquecida con este enfoque? ¿toda literatura favorece este escenario? ¿el arte como expresión estética o reivindicación de lo bello tiende a la Verdad? ¿Esta visión afecta o limita la autonomía o libertad del estudiante universitario? Expondremos algunas humildes consideraciones al respecto.
En cuanto a la primera, es decir, a la interdisciplinariedad entre la literatura y, por ejemplo, la ciencia, creemos que, en efecto, la primera contribuye al pensamiento científico (en sentido amplio y restringido). Por su parte, la denominada epistemocrítica se ocupa de explicar cómo se convierte en un interlocutor enriquecedor del quehacer ya sea matemático, físico o similar (Cheguheim Riani y García Valero, 2019, p. 11).
Respecto a la elección de las obras literarias, toda tiene su proyección de estética y posibilidades interpretativas enriquecedoras, ya que, simplemente, la lectura ya es un bien en sí mismo. Aquel que lee y logra volverse un “devoto o un amante de la lectura”, se convierte, por ejemplo, en “una persona mucho más valiosa que el buscador de prestigio. Lee, como visita galerías de arte y salas de concierto, no para obtener mayor aceptación social, sino para superarse, para desarrollar sus potencialidades, para llegar a ser un hombre más pleno” (Lewis, 1961).
No obstante, unas obras podrán ser más fecundas que otras. Francisco nos ofrece sus pistas.

Cada cual encontrará aquellos libros que digan algo a su propia vida y se conviertan en verdaderos compañeros de viaje. No hay nada más contraproducente que leer algo por obligación, haciendo un esfuerzo considerable solo porque otros han dicho que es imprescindible. No, debemos seleccionar nuestras lecturas con disponibilidad, sorpresa, flexibilidad, dejándonos aconsejar, pero también con sinceridad, tratando de encontrar lo que necesitamos en cada momento de nuestra vida (Francisco, 2024a, p. 7).

Por otro lado, como ya mencionamos, en diversas ocasiones ha expresado una sincera preferencia por algunos escritores. Por otro lado, ha resaltado la importancia particular de “los artistas trágicos, especialmente los más clásicos·”. Pero, luego, otra vez nos enseña desde la misma literatura:


Hay una bella definición que Cervantes pone en boca del bachiller Carrasco haciendo el elogio de la historia de Don Quijote: “Los niños la traen en las manos, los jóvenes la leen, los adultos la entienden, los viejos la elogian”. Esta puede ser para mí una buena definición de lo que son los clásicos. (Spadaro, 2013, p.19, cfr. p. 9 y Spadaro, 2023)

Es decir que una obra clásica, en este sentido, será aquella que pueda ser comprendida por todos, que se conecte con la realidad de su época y precisamente, de ese “encuentro del acontecimiento cristiano con la cultura de la época surgió una original reelaboración del anuncio evangélico” (Francisco, 2023a, p. 11)19.
No caben dudas de que la mirada de la estética y lo bello no se contrapone a la trascendencia, no debe simplificarse o reducirse como sinónimo de superficialidad, fugacidad o satisfacción inmediata. Lo verdaderamente bello es parte de lo divino. Tal vez, el desafío consista en concientizar que el arte

… se encuentra hoy (y quizás en todos los tiempos) entre dos fuegos: debe oponerse al culto de lo feo, que nos induce a pensar que todo, que toda belleza es un engaño y que solamente la representación de lo que es cruel, bajo y vulgar, sería verdad y auténtica iluminación del conocimiento; y debe contrarrestar la belleza falaz que empequeñece al hombre en lugar de enaltecerlo y que, precisamente por este motivo, es mentira. (Ratzinger, 2002)

En cuanto a la última interrogante propuesta, entre otras posibles, sobre si esta visión afecta o limita la autonomía o libertad en el estudiante universitario, entendemos que no. Si la universidad toma estos desafíos, le corresponde explicitarlos en su visión y desarrollarlos responsablemente. Una universidad comprometida debe concebirse y desplegarse con una vocación e intencionalidad definidas, ese es el auténtico sentido de apertura; sin que ello represente limitar perspectivas o creencias.
En síntesis, la literatura abre las puertas a la interdisciplinariedad, la creatividad y, finalmente, hacia lo trascendente. Se entrecruza con cualquier otro saber científico desde el plano de lo posible y lo imposible; despierta la imaginación, la fantasía, dando lugar a nuevas emociones. En definitiva, nos acerca, de modo oblicuo, o no tanto, al Misterio.

Aceptemos francamente la invitación

“Porque no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente”. (De Loyola, 2014, Anotación 1.2)

Urge una reflexión profunda acerca de quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. El mundo académico y el espacio universitario secular no escapan a esta necesidad que los desafía constantemente. Ante ello, la universidad debe asumir con compromiso su misión, sin temor a reconocer una intencionalidad en la formación integral de sus estudiantes.
El pensamiento de Francisco que hemos recorrido (así como de las otras lecturas complementarias referenciadas) es un llamado fraterno, que puede ser tomado más allá de nuestras diferentes creencias, desde una mirada ecuménica e inclusiva. Es posible reconocer la relevancia y fecundidad de su perspectiva aun sin confesión religiosa.
La literatura, “como posibilidad de evitar el aislamiento académico y la ‘sordera espiritual’” (Francisco, 2024a, 20), se convierte en la palabra siempre disponible y desinteresada. Sus proyecciones son insoslayables e insustituibles.
Al lector, concede calma a sus propios dolores o ansiedades tan actuales y urgentes; para con los otros, despierta nuestra empatía, nos refleja las debilidades ajenas, de algún modo nos enfrenta a la alteridad, al Otro.
Como integrantes del entorno universitario, nos corresponde rescatar, pues, la narración como mirada poética desprovista de todo interés y reconocerle su valor epistemológico, estético, transformador y, lo más importante, un acercamiento a lo trascendente. De esta forma, nos permitirá abordar los retos que imponen los tres pilares fundamentales planteados: la interdisciplinariedad, la creatividad y la búsqueda de trascendencia. Desde este convencimiento, ya sea como estudiante, profesional o docente, desplegaremos nuestras máximas capacidades y habilidades para la construcción conjunta e inaplazable del bien común.
Revitalicemos nuestro ámbito universitario y asumamos, con alegría, la invitación papal:

Seguid soñando, inquietándoos, imaginando palabras y visiones que nos ayuden a leer el misterio de la vida humana y orienten nuestras sociedades hacia la belleza y la fraternidad universal. Ayudadnos a abrir nuestra imaginación para que esta supere los estrechos confines del yo y se abra al santo misterio de Dios. ¡Id adelante, sin cansaros, con creatividad y valentía! (Francisco, 2023)

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María Cecilia Barnech Cuervo

Perfil académico y profesional: Abogada. Profesora de idioma español. Magister en Derecho (énfasis en derechos humanos). Doctoranda en la Universidad Católica Argentina (UCA). Docente de Derecho Procesal en la Universidad Católica del Uruguay. Investigadora proyecto IUS (UCA). Integrante grupo de investigación Derecho y Literatura GridelUY.
mbarnech@hotmail.com
Identificador ORCID: 0000-0002-5096-4372


  1. Programa IUS. Investigación Jurídica Aplicada. Principales problemas de justicia y su solución en la literatura universal. Universidad Católica Argentina (UCA).
  2. Universidad Católica del Uruguay - Universidad Católica Argentina.
  3. “Si no insistimos en la importancia fundamental de las artes y las humanidades, estas desaparecerán, porque no sirven para ganar dinero. Solo sirven para algo mucho más valioso: para formar un mundo en el que valga la pena vivir, con personas capaces de ver a los otros seres humanos como entidades en sí mismas, merecedoras de respeto y empatía, que tienen sus propios pensamientos y sentimientos, y también con naciones capaces de superar el miedo y la desconfianza en pro de un debate signado por la razón y la compasión” (Nussbaum, 2010, p. 189; cfr. Nussbaum, 1995; cfr. Ibarra y Ballester, 2016, pp. 303-317).
  4. “’La novela, la literatura lee el corazón del hombre, ayuda a acoger el deseo, el esplendor y la miseria. No es teoría. Ayuda a predicar, a conocer el corazón (…)’. así me dijo Francisco cuando lo entrevisté en 2016, hacia el final de nuestro encuentro. Hoy, 10 años después de su elección al papado (13 de marzo de 2013), queremos ir en busca de la formación de su pensamiento y de su actitud pastoral siguiendo precisamente el hilo de sus lecturas. Será una forma de entender el pontificado de Jorge Mario Bergoglio desde una perspectiva diferente (...) Intentaré dar algunas pistas para construir un mapa, una ruta a través de los textos que configuraron su forma de pensar” (Spadaro, 2023).
  5. Por ejemplo, en su exhortación apostólica Amoris laetitia, dedicada al amor conyugal, Francisco siente la necesidad de utilizar un lenguaje poético. Así, cita a Jorge Luis Borges, Octavio Paz y Mario Benedetti. En la Exhortación Querida Amazonia cita no menos de 17 escritores y poetas, en su mayoría amazónicos y populares, pero también a Mario Vargas Llosa y Pablo Neruda. En su magisterio pontificio, Francisco incluye el logos poético y simbólico como parte integrante de su discurso. Y este es un hecho muy relevante (Spadaro, 2023).
  6. Encuentro que reunió a más de 40 artistas, entre poetas, narradores, guionistas y cineastas de diversos países del mundo que se identifican como católicos o que sienten que el catolicismo ha sido una dimensión formativa de su desarrollo. Cfr. newsletter de La Civiltà Cattolica (1 de junio de 2023). https://www.laciviltacattolica.es/2023/06/01/una-experiencia-desbordante/
  7. No olvidemos algunos santos que fueron grandes poetas, san Efrén el Sirio y sus Himnos, san Juan de la Cruz y La noche oscura del alma, Subida al Monte Carmelo, Santa Teresa de Jesús (de Ávila) y Castillo interior o las Moradas; sin perjuicio, por supuesto, de san Agustín.
  8. En su trabajo, presenta un aporte cuantitativo que traduce estos desafíos: Cfr. Arim, 2023, p. 40.
  9. En concordancia con el Plan Estratégico UCU 2019-2024: “Visión. Seremos un ethos atractivo y desafiante, que invite y comprometa a estudiantes jóvenes y adultos, profesores y graduados, a vivir una experiencia humana y académica, caracterizada por el perfil innovador, la excelencia en el aprendizaje interdisciplinar y transversal, la creación, discusión y difusión de conocimiento, la agilidad institucional y el compromiso personal, comunitario y global”
  10. No podemos olvidar, además, la perspectiva de la Universidad Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH) como institución universitaria uruguaya especializada en diplomados en docencia universitaria.
  11. “(...) reafirma el postulado de la Educación Superior como un bien público social, un derecho humano y universal, y un deber del Estado. Estos principios se fundamentan en la convicción profunda de que el acceso, el uso y la democratización del conocimiento es un bien social, colectivo y estratégico, esencial para poder garantizar los derechos humanos básicos e imprescindibles para el buen vivir de nuestros pueblos, la construcción de una ciudadanía plena, la emancipación social y la integración solidaria latinoamericana y caribeña” (Instituto Internacional para la Educación Superior para América Latina y el Caribe, 2018, p. 6).
  12. Desde muchos años antes, antes las primeras alertas de globalización: “Al ser humano se le están cerrando los sentidos, cada vez requiere más intensidad, como los sordos. No vemos lo que no tiene la iluminación de la pantalla, ni oímos lo que no llega a nosotros cargado de decibeles, ni olemos perfumes. Ya ni las flores los tienen (...). En el vértigo todo es temible y desaparece el diálogo entre las personas. Lo que nos decimos son más cifras que palabras, contiene más información que novedad. La pérdida del diálogo ahoga el compromiso que nace entre las personas y que puede hacer del propio miedo un dinamismo que lo venza y les otorgue una mayor libertad” cfr. Sábato, 2000, pp. 6 y 55).
  13. Cfr. Nussbaum, obras ya citadas.
  14. Este documento fue generado con consultas a dirigentes universitarios de alto nivel y especialistas académicos en educación superior de universidades del Reino Unido, Estados Unidos, Asia y Europa, y luego adoptado por varias de ellas.
  15. Cfr., por ejemplo, “[d]e igual modo que el lector interpreta el texto partiendo de su caudal de experiencias pasadas, la experiencia literaria puede llevarle a reinterpretar su sentido de las cosas a la luz de las nuevas formas de pensar y de sentir ofrecidas por la obra literaria” (Sanjuán Álvarez, 2014, p. 176). También “Por medio de la literatura, el ser humano construye su identidad, la personal, la propia, pero también la social, en el sentido de pertenencia a un determinado colectivo, cuya memoria se encuentra inscrita en las páginas que lega a las siguientes generaciones” (Ibarra y Ballester, 2016, p. 308).
  16. En su discurso a la delegación de la Federación Internacional de Universidades Católicas, especialmente, explica sus ideas con fragmentos de la literatura: “Pero como decía el pensador Miguel de Unamuno, ‘¡Saber por saber! […] Eso es inhumano’. Debemos preguntarnos siempre: ¿para qué sirve nuestra ciencia? ¿Qué potencial transformador tiene el conocimiento que producimos? ¿A qué y a quién servimos? La neutralidad es una ilusión. Por ello, una universidad católica tiene que tomar decisiones, y estas deben ser un reflejo del Evangelio. Debe tomar una postura y demostrarlo con sus acciones de un modo transparente, ‘mancharse las manos’ evangélicamente en la transformación del mundo y al servicio de la persona humana” (Francisco, 2024c, párr. 10).
  17. Véase visión crítica sobre la literatura como recurso didáctico “expulsivo” por “consignas preestatuidas” (Cardinaux, 2015, p. 19).
  18. En forma casi inmediata a la publicación de la Carta del santo padre Francisco sobre el papel de la literatura en la formación, surgieron voces críticas. Cfr. especialmente, desde la postura teórica crítica de la razón literaria (Maestro, 2024).
  19. Cfr. De Martini y Lamas (2024), p. 14 y ss., en cuanto a la “universalidad de su lectura” como elemento distintivo de la obra “clásica”.
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