Teks del Sud.
Revista científica de arquitectura, paisaje, patrimonio y urbanismo
FAU UCASAL - e-ISSN 2684-0375
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Resumen

La Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte representa una de las experiencias más originales de enseñanza y aprendizaje de la arquitectura en Chile y Latinoamérica.

Primero por su ubicación, al estar situada en uno de los desiertos más áridos del mundo, frente el océano pacífico y en el área de la macrozona norte en donde convergen cuatro paisajes diversos, el altiplano, la pampa, la cordillera de los Andes y el desierto, y cuatro naciones, Perú, Bolivia, Argentina y Chile.

En segundo lugar por haber recogido los postulados de tres escuelas distintas, haciéndolas converger en una visión sobre como habitar las ciudades del norte chileno y el desierto de Atacama. Es así como la enseñanza de la arquitectura, en la Escuela del Desierto recoge la observación arquitectónica, la mirada poética y el viaje de descubrimiento de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso (Angelini, 2016), fundada por Alberto Cruz Covarrubias y el grupo Amereida; una mirada técnica y profesional, proveniente de la Universidad de Chile, vinculada a los aspectos medioambientales; y tercero, una mirada compositiva, herencia de la escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Santiago que traía Angela Schweitzer. Esta observación es explicita en el documento mismo de fundación de la escuela: “La opción de construir un patrimonio fusionando la experiencia de las Escuelas de Arquitectura chilenas, examinando los modelos a su alcance como una posibilidad de extraer de ellos partes o todos, que le permitan estructurarse para ser y crear en este desierto en que se arraiga” (Schweitzer, 1982). Fusión de escuelas en donde “la naturaleza experimental que de esta circunstancia se deriva” se convierte en su carácter original e identitario.

Otro rasgo distintivo de la Escuela del Desierto es la decisión de retomar el pensamiento arquitectónico de la modernidad, es decir de la abstracción, situándolo en el contexto del Norte Grande, delimitando su ámbito de reflexión y estudio en él. Un territorio que posee un patrimonio ligado a la explotación minera, a las oficinas salitreras, a las infraestructuras, además de contar con un patrimonio arqueológico de asentamientos incaicos y preincaicos, y caracterizado por un paisaje de inigualable belleza, con condiciones climáticas propias.

Estas preexistencias posibilitaron que en la escuela, a través de la observación arquitectónica y la exploración proyectual, se pudiesen conjugar los ejercicios proyectuales exploratorios, llamados campos de abstracción con el descubrimiento del territorio del desierto, de su ambiente y condición climática propia. Este método utilizado en la enseñanza de la arquitectura permite encarnar la idea de modernidad apropiada (Fernández Cox, 1990), la cual es formalizada a través de los proyectos y obras de la escuela, situándola dentro del regionalismo crítico ( Frampton, 1983).

Palabras clave: Pedagogía, proyecto, Chile, desierto

Abstract

The School of Architecture of the Universidad Católica del Norte represents one of the most original experiences of teaching and learning architecture in Chile and Latin America.

Firstly, because of its location, being located in one of the driest deserts in the world, facing the Pacific Ocean and in the area of the northern macrozone where four different landscapes converge: the highlands, the pampas, the Andes mountain range and the desert, and four nations, Peru, Bolivia, Argentina and Chile.

Secondly, for having collected the postulates of three different schools, making them converge in a vision on how to inhabit the cities of northern Chile and the Atacama desert. This is how the teaching of architecture, in the Escuela del Desierto, includes architectural observation, the poetic gaze and the journey of discovery of the School of Architecture of the Catholic University of Valparaíso (Angelini, 2016), founded by Alberto Cruz Covarrubias and the Amereida group; a technical and professional look, coming from the University of Chile, linked to environmental aspects; and third, a compositional look, an inheritance from the School of Architecture of the Catholic University of Santiago brought by Angela Schweitzer. This observation is explicit in the founding document of the school: “The option of building a heritage by merging the experience of the Chilean Schools of Architecture, examining the models at their disposal as a possibility of extracting parts or all of them, which allow them to structure themselves to be and create in this desert in which they are rooted” (Schweitzer, 1982). Fusion of schools where “the experimental nature derived from this circumstance” becomes its original and identity character.

Another distinctive feature of the Escuela del Desierto is the decision to return to the architectural thought of modernity, that is, of abstraction, placing it in the context of the Great North, delimiting its scope of reflection and study in it. A territory that has a heritage linked to mining, nitrate offices, infrastructures, in addition to having an archaeological heritage of Inca and pre-Inca settlements, and characterized by a landscape of incomparable beauty, with its own climatic conditions.

These pre-existences made it possible for the school, through architectural observation and project exploration, to combine exploratory project exercises, called fields of abstraction, with the discovery of the desert territory, its environment and its own climatic condition. This method used in the teaching of architecture allows embodying the idea of appropriate modernity (Fernández Cox, 1990), which is formalized through the projects and works of the school, placing it within critical regionalism (Frampton, 1983).

Key words: Pedagogy, project, Chile, desert

Experiencias de cátedras de Arquitectura y/o diseño

Citar: Angelini, A. (2022). La Escuela del Desierto. Enseñanza y proyecto moderno en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte. En Teks del Sud, 4. XX-XX. Salta, Argentina: EUCASA

Introducción

En el desierto aparentemente no hay nada. Sin embargo, el ojo atento que mira con interés los signos presentes en el territorio, revela una serie de preexistencias, obra de la naturaleza y de la mano del hombre: la presencia del agua, indexada en la erosión de la tierra y en los fósiles impresos en las rocas; la vida de los pueblos antiguos, presentes en los túmulos, en las construcciones circulares de Tulor, también en los pucarás de los Incas y en los fragmentos todavía visibles de la vía de conexión del imperio Inca, el qapac nam. Finalmente, en la explotación de las minas de salitre, que todavía yacen en las ruinas de las salitreras, y en los vestigios de los asentamientos industriales de las ciudades del salitre. Todo este conjunto de trazados, ruinas y vestigios del tiempo, toman los colores dorados del sol áureo e inmutable del desierto. Es en ese paisaje cultural que fue fundada la escuela de arquitectura de la Universidad Católica del Norte.




Fig. 1. Izq. Ejercitaciones del Taller Integrado Tierra, Agua, Aire, Fuego, coordinado por José Balcells, 1994. Der. Ejercitaciones del Taller Integrado La Construcción del borde, Rolando Meneses y equipo, 1992


Existen escuelas de arquitectura que han contribuido al desarrollo de las ciudades y del territorio donde han surgido, ejercitando una gran influencia no solo en los aspectos teóricos y de la enseñanza de la arquitectura, sino que también en la dimensión proyectual, transformándose en centros de pensamiento y de investigación, hasta convertirse en verdaderas piedras angulares del desarrollo de la cultura y la identidad local. Este es el caso de la Escuela del Desierto, en la cual un grupo de arquitectos provenientes de distintas escuelas y ciudades de Chile, a los inicios de los años 80, fueron llamados bajo la guía de Ángela Schwitzer para crear la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte, en Antofagasta , ciudad capital de la Región, situada en la costa y a las puertas del desierto mas árido del mundo: el Atacama.

Una experiencia inédita por dos motivos: por una parte por su ubicación entre el mar y el desierto, enfrentando un océano vasto y continuo; por otra y aún más importante, por la convergencia de docentes que venían de distintas escuelas. Es precisamente el encuentro de metodologías, sabiendo escoger lo mejor de las escuelas de arquitectura de origen del grupo, lo que recoge los aspectos principales que marcan la identidad y fuerza de la escuela de arquitectura del desierto.




Fig. 2. Glenda Kapstein en el salar de Atacama, Region de Antofagasta, 1988


Ésta inicia sus actividades en 1982 tras una reunión llevada a cabo en noviembre de 1981 en la ciudad de Viña del Mar por Ángela Schwitzer y el grupo escogido, quienes escribieron el documento Proposición para una escuela de arquitectura en la Universidad del Norte. De aquel documento, en el cual estaban descritos los principios teóricos de la futura escuela, se propuso la estructura curricular que, hasta hoy, ordenan la enseñanza de los talleres de arquitectura y de los cursos teóricos. A partir de las teorías de Geoffrey Broadbent, los docentes de la nueva escuela propusieron las cuatro estructuras profundas, cada una de ellas definida por una palabra: cobijo, recurso, lenguaje y contexto . El cobijo es la dimensión a través de la cual proyectar una envolvente, desde la relación entre la cascara exterior, el espacio interior y las condiciones ambientales que la determinan. Recurso pone énfasis en la idea que la escuela tiene sobre como la arquitectura tiene que ser construida con los recursos disponibles del lugar. Lenguaje significa que para la escuela cada arquitectura tiene un lenguaje definido por principios arquitectónicos que nacen desde la autonomía del oficio. Finalmente contexto, que determina la relación que debe existir entre la Arquitectura y el entorno en la que se inserta.

Patrimonio, Hombre Entorno, Representación y Tecnología

El fundamento de la escuela se propone como un “cuerpo de conocimientos capaces de ofrecer respuestas creativas, de acuerdo con las necesidades humanas de habitabilidad, relación y significado con el medio físico culturalmente delimitado históricamente y situado en el desierto” .

En los talleres de proyectos de las cuatro estructuras profundas ya descritas, junto a Ángela Schwitzer, forman parte del grupo, Glenda Kapstein y Miguel Escorza titulados en Valparaíso, Hernán Illanes, arquitecto titulado en la Pontificia Universidad Catolica de Chile, José Luis Santelices y Alfonso Raposo, ambos titulados en la Universidad de Chile. Además de los talleres de proyecto el plan de estudios se compone de cuatro líneas: Patrimonio, Hombre Entorno, Representación y Tecnología. Con el objeto de conformar el colegio docente, son incorporados profesores de otras facultades, entre los cuales destaca Lautaro Nuñez, antropólogo, encargado de la línea Hombre-Entorno, quien será determinante para la escuela por una serie de propuestas que llevará a cabo, entre las que destaca el atrapa niebla .

Son dos los aspectos que marcan la contribución de la escuela. Por una parte, en la docencia, poniendo en relación la búsqueda de la abstracción con el descubrimiento del territorio del Norte Grande, incorporando el campo de la observación arquitectónica y del croquis como instrumentos de conocimiento y proyecto, como punto de partida para conocer la ciudad de Antofagasta y su territorio. Por otra parte, a través de la apropiación de los postulados de la arquitectura moderna y su inserción en el medio ambiente particular de la región, compuesta por tres franjas que caracterizan el paisaje y el espesor del continente: la franja desértica costera, la meseta desértica y la pre cordillera. La cuestión de cómo construir adecuadamente en la vastedad del Norte Grande se resuelve a partir de las investigaciones y el desarrollo de los temas ligados a las cuatro estructuras profundas: la construcción de un reparo pensado constructivamente a partir de los recursos disponibles y proponiendo un lenguaje propio a través de la reinterpretación de los elementos morfológicos, tipológicos y constructivos de la tradición; y finalmente poniendo en relación el proyecto moderno con el contexto medioambiental del Norte.

El espíritu de apertura propuesto por Ángela Schwitzer —quien lamentablemente en 1984 es exonerada de su cargo como decano de la facultad por ser opositora a la dictadura militar— es extendido a la conformación de la planta docente, al implementar la modalidad de profesores visitantes, invitando a realizar estadías en la escuela de Arquitectura, a docentes de otras facultades de arquitectura de Chile y del extranjero. Desde la segunda mitad de los años ‘80 la escuela recibe significativas contribuciones, hospedando a Alberto Cruz Covarrubias, Hernán Riesco Grez, Isidro Suarez, José Miguel de Prada Pool, Jaime Matas, Gustavo Munizaga, Alex Moreno, Marcelo Trabucco, John Habraken, Alvin Boyarsky, Allan Cunningham, Juan Pablo Bonta, Peter Smithson, Hugo Sewaga y Paulo Mendes da Rocha, entre otros.

Periodización de la Escuela del Desierto

Podrían individualizarse tres periodos en la historia de la escuela de arquitectura, en los cuales emergen visiones de las distintas fases y también en cierta medida, que explican la discontinuidad del plan de estudios y el cambio del cuerpo de profesores en cada uno de los periodos: el primer periodo de formación; un segundo periodo de consolidación del enfoque artístico y de radical abstracción; y finalmente una última etapa centrada en la técnica en la que toma fuerza el aspecto de la sostenibilidad, de la energía y del levantamiento del territorio a través de nuevas tecnologías.

En el primer periodo, que comprende desde su creación en 1982 hasta el fin de la Dictadura militar en 1990, la enseñanza de la escuela se desarrolló en torno a las cuatro estructuras profundas y desde el trabajo coral del grupo de profesores. Desde el inicio el grupo fue consciente respecto la necesidad de desarrollar estudios sobre la riqueza del ambiente natural y de los asentamientos que históricamente han definido el territorio del Norte Grande. El acto de atravesar el territorio, estudiándolo, ligado a la observación del ambiente es parte fundamental de la apropiación por parte de la escuela del territorio: desde los aspectos históricos a los climáticos, desde aquellos sociales a aquellos constructivos, con la intención de rescatar el valor cultural del Norte Grande. El taller de proyectos, que desde siempre ha sido el curso mas importante, fue enfocado a desarrollar propuestas de arquitectura ligadas al medio ambiente desértico.

En 1988 se incorpora a la escuela de arquitectura el arquitecto graduado de la Universidad Católica de Santiago Rolando Meneses, quien había concluido el doctorado en la ciudad de Stuttgart. Meneses toma en sus manos el taller de primer año, desarrollando tres temas fundamentales que van a marcar para siempre la escuela: la ejercitación de la composición tridimensional a través del desarrollo de organizaciones abstractas realizadas con cuerpos geométricos; la apreciación arquitectónica a través del croquis —tradición heredada de Alberto Cruz, quien fuera su maestro—; y la construcción de aparatos a escala 1:1, es decir de cuerpos escultóricos que ponen en relación al humano con el ambiente. Los principios teóricos de Meneses fueron compartidos por otros profesores como Glenda Kapstein, Hernán Illanes, Carmen Gebauer, María Fernández, hecho que logró dar unidad y una visión compartida por la mayoría de los talleres de proyecto.

El curso del espacio, parte inicial de la metodología de Meneses, tenia como objetivo la representación de un tema en el interior de una figura geométrica, que podía variar según la ocasión, siendo el cubo la figura más utilizada. No siempre el tema tenia que nacer desde la observación a través del croquis , sino también podían originarse desde ejercicios compositivos de dibujo sobre papel que luego se llevaban a maquetas en alambre y cartón que describían las relaciones entre espacios vacíos y llenos de áreas estudiadas de la ciudad. Por otro lado estaban las estructuras construidas en escala real, cuyo objetivo era hacer visible los temas arquitectónicos ligados a la relación entre ciudad y desierto.

Estos ejercicios construidos in situ por los estudiantes de la escuela —que rememoran las travesías de la escuela de Valparaíso por el continente, solo que circunscriptas a la ciudad de Antofagasta— tenían como objeto ratificar los razonamientos desarrollados en los cursos de espacialidad. Su objetivo se puede resumir en tres acciones: dar dimensión al lugar a través de la construcción de un signo en el territorio; habitar el interior permitiendo la acción de mirar el paisaje, la ciudad o el territorio para revelar el lugar; poner a prueba la envolvente en la dimensión de la habitabilidad. Un ultimo elemento de la enseñanza fue la creación de los talleres integrados, en los que anualmente todos los estudiantes y los profesores de la escuela tenían la tarea de construir obras efímeras en las áreas de las colinas circundantes de Antofagasta. Una ocasión de reunión y de trabajo en comunidad, los talleres integrados servían para unificar tanto el cuerpo docente como los estudiantes de la escuela. Estas construcciones tenían como horizonte hacer aparecer los temas propios de la arquitectura construidos en la periferia de Antofagasta, a las puertas del desierto, como la idea de limite, de interior, de pórtico, de umbral de luz y sombra, entre los más desarrollados.

Desde la mitad de los años 90 en adelante, la escuela vive un segundo periodo guiado por Rolando Meneses, devenido director de la escuela desde 1994 hasta el 2000, período en el que la escuela adquiere un fuerte aspecto artístico y lúdico, cercano al espíritu de la primera Bauhaus, y a la experiencia de la escuela de Valparaíso . En aquel periodo la enseñanza de los talleres de proyecto apuntaba no tanto al desarrollo de una propuesta convencional de arquitectura, sino más bien a la búsqueda arquitectónica y reflexión en torno al origen de la arquitectura. Su desarrollo abarco el par dialéctico abstracción y territorio. Dado que gran parte de los trabajos realizados en los talleres de proyecto en los primeros años no comprendían el proyecto sine qua non, mas bien se trataba de ejercitaciones abstractas y conceptuales sobre el espacio y los fenómenos que acontecen al interior de los edificios y la ciudad. Esos conceptos e ideas pre-arquitectónicas eran desarrolladas en los proyectos de los talleres y contextualizados en el territorio del Norte Grande.

En este periodo los profesores de la escuela inician a publicar sus investigaciones, centradas en la habitabilidad del desierto, la relación entre el territorio y las ciudades del Norte, que comprendían también las company towns erigidas por las Salitreras para la explotación del salitre y la tradición constructiva de las edificaciones anteriores a la Arquitectura Moderna.

Además, son los años en que muchos docentes realizan en las ciudades norteñas, especialmente en Antofagasta, obras de modernas en las que están encarnadas las investigaciones sobre el habitar el desierto. Son años que representan la época dorada de la escuela por su difusión en el extranjero gracias a las publicaciones internacionales. Con sabiduría, los profesores de la Escuela de arquitectura fueron capaces de juntar la observación arquitectónica, la abstracción moderna y el estudio de las construcciones vernaculares propios del desierto. Entre estos trabajos el más significativo es la investigación llevada a cabo por Glenda Kapstein a finales de los años 80’, cuyo fruto más destacado es el libro Espacios Intermedios: respuesta arquitectónica al medio ambiente, publicado en 1988, que en muchos aspectos es similar a la investigación realizada por Fernando Tavora sobre la arquitectura vernácula de Portugal, en la década de 1950.




Fig. 3. Glenda Kapstein, Casa de retiro. Corredor cubierto con sombreadero de madera, de los espacios de reunión colectivos


El contenido del trabajo de Kapstein precisamente giraba en torno a la observación de los espacios intermedios de las casas rurales de San Pedro de Atacama en las tres áreas habitadas del desierto: la faja costera, la pampa y la pre-cordillera. En el libro pone en relación los hechos arquitectónicos con la observación de las condiciones medioambientales del Norte Grande, desde las casas vernaculares antes mencionadas a las casas inglesas de las ciudades costeras, que venían prefabricadas en su mayoría desde Inglaterra, para alojar a los dirigentes de las Salitreras, analizando la influencia que ejercita el clima en el diseño de la Arquitectura. Kapstein observa de qué manera el factor climático define en gran parte el carácter de las viviendas. Es precisamente este tema en donde se revela la idea de la vivienda como modificador y generatriz de las formas, permitiendo al hombre controlar el ambiente a partir del uso de tecnologías simples y sistemas pasivos. La fuerza y claridad de esta idea convirtió al libro en el manifiesto de la escuela, en donde la arquitectura mas que pretender dominar la naturaleza se adecua a ella. El libro de Kapstein sobre los espacios intermedios, que descubre y analiza los espacios-filtro, presentes en las arquitecturas arraigadas del desierto, tiene un mensaje preciso, en donde el edificio es un objeto cultural que esta en relación con la geografía, el clima y los recursos disponibles.

La investigación sobre los espacios intermedios se extiende tanto en los talleres de proyecto conducidos por Kapstein —en los que ponía énfasis en la relación con las condiciones físicas y ambientales del desierto— como en su obra construida, por ejemplo, la Casa de Retiro del Colegio San Luis de Antofagasta. Dicha obra es quizás la arquitectura que ejemplifica y sintetiza a la perfección el fundamento de la escuela. Por un lado, reinterpreta los espacios vernaculares de los casos de estudio analizados en la investigación Espacios Intermedios. Por otra parte, reinterpreta la arquitectura moderna apropiándose de sus elementos y del lenguaje; parafraseando a Fernández Cox (1990), es una arquitectura que nace desde la interpretación del contexto regional. En ese mismo periodo se publica en español el ensayo Hacia un regionalismo crítico de Kenneth Frampton, en donde se describe distintas experiencias iberoamericanas que tienen en común dos cuestiones fundamentales: retomar los postulados de la arquitectura moderna y reinterpretar los aspectos culturales y constructivos de la tradición presentes en la historia de la arquitectura.

La planta de la Casa de Retiro es un complejo de tres franjas que atraviesan el sitio longitudinalmente, y en las que se ordenan programáticamente las funciones, alternando recintos y patios. Desde el acceso se abren los espacios de reunión colectivos, salas y patios que se intercalan, y luego a través de corredores sombreados se accede a las celdas de retiro para finalmente concluir el recorrido girando a través del oratorio, en la capilla, pieza final, y elemento conclusivo de la composición. En sección, las tres franjas están desfasadas entre ellas medio nivel. Una invención arquitectónica que resuelve la inclinación del terreno, permitiendo a las celdas emplazadas en las distintas franjas mirar el horizonte lejano y el mar, a través de terrazas levemente elevadas respecto del nivel interior de las celdas. La cubierta de los distintos edificios es doble, ya que esta compuesta por el techo plano de los cuerpos en hormigón armado y por una celosía-pérgola que se desprende de las celdas. De esa manera el aire circula entre la celosía y los techos planos de las habitaciones, acondicionando climáticamente de manera pasiva las celdas y dando sombra a los corredores y a las terrazas de las celdas. El oratorio es un cubo suspendido, que pareciera flotar sobre un espejo de agua, reflejando en su interior la luz del sol en forma indirecta a través de ventanas corridas puestas alrededor en la parte baja del cubo. Es un zócalo de aire sobre el cual se apoya el volumen cubico del oratorio. La Casa de Retiro, junto a otras obras de Glenda Kapstein, es sin duda una experiencia original de Modernidad apropiada y representa de manera ejemplar el concepto de regionalismo crítico al que se refiere Frampton.




Fig. 4. Glenda Kapstein, Casa de retiro. Celdas


En el tercer periodo, actual y más largo, la Escuela ya ha logrado concebir una idea de arquitectura basada en dos líneas de investigación: la línea sobre el patrimonio, y la línea sobre el medio ambiente y la sustentabilidad, que forma parte del curso Hombre-Entorno, refundado con la creación del Centro de Investigación en Arquitectura, Energía y Sustentabilidad. Este periodo coincide con el regreso a la Escuela de los alumnos titulados en la UCN que habían realizado postgrados en el extranjero .

Expansión y emergentes de la Escuela

Los aspectos compartidos de los tres periodos tienen que ver con dos temas centrales. Por una parte, desde sus inicios la Escuela se sobrepuso a la falta de recursos y de medios, no solo físicos, sino también de profesores dispuestos a mudarse a Antofagasta para llevar a cabo los contenidos del plan de estudios. Por otra, la ciudad de Antofagasta ha representado el aula a cielo abierto en donde estudiar no solamente los edificios desde el punto de vista proyectual, sino también su aspecto fenomenológico, es decir como campo de prueba de la relación entre las acciones del habitar y el espacio-luz que las delimitan. Este modo de pensar la Arquitectura a partir de la relación entre forma y función, entre artificio y naturaleza, le atribuye a la observación arquitectónica un aspecto poético y cultural. En ese sentido la arquitectura moderna realizada desde los años 50 a los 70 del siglo pasado representa un material de enorme valor.

En específico la obra del arquitecto santiagueño Ricardo Pulgar, que realiza una serie de edificios de vivienda que tienen en común la construcción de una ciudad escalonada por medio de edificios lineales, en donde el zócalo de los edificios siempre está conformado por un recorrido publico peatonal que ancla el edificio al terreno.

Encontramos este tema en particular en el Edificio Huanchaca y en los edificios colectivos Caliche, en la Gran Vía. Ambos proyectos representan la construcción de una idea de ciudad, pero al mismo tiempo una interpretación de la arquitectura pura y blanca del movimiento moderno, solo que radicada en el desierto y en la costa del Norte Grande.

Daniele Vitale ha escrito respecto a la arquitectura moderna de Portugal sobre cómo en el mundo existen periferias geográficas, pero no por este motivo periferias culturales. Del mismo modo la escuela del desierto de Antofagasta es una periferia geográfica respecto de Santiago de Chile, que a más de catorce mil kilómetros ha sabido construir una experiencia pedagógica original: de la interpretación de la arquitectura vernacular al estudio de la arquitectura moderna en el norte chileno, del viaje entendido como descubrimiento del territorio a los cursos del espacio, en donde la abstracción y el regionalismo se funden.

Así como la escuela de Valparaíso pone en relación poesía y arquitectura con la intención de descubrir el continente y así refundar la arquitectura, la escuela del desierto en cambio busca recuperar ya sea las culturas originarias, como también las técnicas constructivas, para dar respuestas reales a los temas del habitar presentes en el norte de Chile. Mientras que en Valparaíso existe la idea de fundación, en la escuela del desierto esta presente la idea del redescubrimiento. Por este motivo la primera quiere fundar, mientras que la segunda quiere revelar las preexistencias.




Fig. 5. Ricardo Pulgar, Edificio Huanchaca. Portada de la Revista Docomomo, Desafios del Patrimonio Moderno, 1987


Para reencontrar la arquitectura, es necesario andar atrás en el tiempo y transportar al presente el sentido mas profundo de la tradición. En la relación entre abstracción y territorio, es posible encontrar una interpretación espacial-constructiva de la tradición. En ese sentido, el futuro de la escuela del desierto tiene que continuar la obra de los maestros que han logrado con ímpetu resolver la paradoja de la época contemporánea: ser modernos volviendo a los orígenes, hacer despertar el pasado haciéndolo participar del proyecto contemporáneo. Es en el enfrentamiento entre continuidad y diversidad, en aquella simultaneidad revelada por T.S. Eliot , en donde la Escuela tiene que reencontrar sus propias raíces: “Conciliar las ideas de localismos regionales y su problemática particular, con el concepto dialectico de contemporaneidad de avance de futuro” , este es el mensaje que la escuela de Antofagasta debe continuamente perseguir y transmitir.

Notas

1. El grupo estaba compuesto por Angela Schwizer, Raposo, Miguel Escorza, José Santelices, Hernán Illanes, entre otros.

2.La ciudad de Antofagasta, fue fundada en 1866, entonces territorio boliviano, como ciudad puerto para distribuir la producción del salitre que en aquella época explotaban las compañías inglesas y chilenas que se establecieron en la pampa del desierto del Norte grande.

3. Las cuatro estructuras profundas sobre las que se funda la escuela de arquitectura son: Cobijo, Recurso, Lenguaje y Contexto.

4. Fragmento del documento “Proposición para una escuela de arquitectura en la Universidad del Norte”.

5. El atrapa niebla es una estructura que permite recoger agua de la niebla que se concentra en los cerros de Antofagasta, por medio de mallas ligeras, que por condensación, la transforman en agua. Este sistema sirve para extraer agua en los cerros a lo largo de la costa del Norte de Chile.

6. La observación de la realidad y el croquis permiten descubrir los aspectos espaciales y fenomenológicos del habitar. El croquis es acompañado con una frase que describe los hechos arquitectónicos vividos por las personas, en la dimensión espacial, figurativa, o funcional.

7. La Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso es refundada en 1952, por Alberto Cruz y el grupo Amereida, conformado entre otros por Godofredo Iommi, Jaime Bellalta, Fabio Cruz, José Vial y Claudio Girola.

8. José Guerra, doctor en sustentabilidad, de la UPC de Barcelona, España, es nombrado director de la escuela en el 2004; Sergio Alfaro Malatesta, doctor en sistemas constructivos de la UPC, es nombrado director en el 2010; Carlos Miranda Zuleta, doctor en teoría de la arquitectura de la UNAM de México, se convierte en director en el 2016.

9. Thomas Stern Eliot, El bosque sagrado, ensayos sobre poesía y critica, Bompiani, 3° edición, Milán, 1985. «La tradición no es un patrimonio que se pueda tranquilamente heredar; quien quiere apoderarse de ella tiene que conquistarla con gran esfuerzo. Ella exige que se tenga, por sobretodo, un buen sentido de la historia, factor casi indispensable para cualquier persona que quiera continuar ha ser poeta después de los veinticinco años; tener sentido histórico significa ser consciente no solamente que el pasado es pasado, sino que también es presente; el sentido histórico obliga a escribir no solo con la sensación física, presente en la sangre, de pertenencia a la propia generación, también a tener la conciencia que toda literatura desde Homero en adelante, y dentro de esta toda la literatura del proprio país, tiene una existencia simultanea y se estructura en un orden simultaneo.»

10. Glenda Kapstein, introducción al libro Espacios intermedios: respuesta arquitectónica al medio ambiente, ediciones ARQ,1 ed.1988, 2015. Pag. 25.


  1. Augusto Angelini Cabrera

    Arquitecto por la Universidad IUAV de Venecia (2014). Doctor en Composición Arquitectónica por el Politécnico de Milán (2006) y postdoctorado en Diseño Urbano por la Universidad IUAV de Venecia (2014).

    Ha sido jefe de taller en la oficina de Sebastián Irarrázaval y de Guillermo Acuña, colaborando con el Studio Dal Fabbro-Montessori en Venecia.

    Ha sido profesor asistente de la Escuela de Arquitectura UC (2007 – 2010) y profesor asociado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte (2015 – 2018), y miembro del Magister de Arquitectura en Zonas Áridas (MAZA). También es Profesor Visitante de la Facultad de Arquitectura de la Universidad IUAV de Venecia, de la Facultad de Arquitectura e Ingeniería de la Universidad de Cagliari y del Departamento de Proyectos del Politécnico de Milán.

    Actualmente se desarrolla como arquitecto independiente siendo profesor del Taller de Formación y Representación II de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile y profesor del curso “La Vivienda Moderna en Providencia, 1940-1970” en la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, ambas en Santiago de Chile.

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